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A la espera de la vacuna, colombianos buscan ponerle freno a COVID-19 con remedios caseros

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BOGOTÁ (Sputnik) — Entre el temor, la resignación y la fe, miles de colombianos buscan hacerle el quite al contagio de COVID-19 con bebedizos, yerbas y medicinas caseras mientras llegan al país las vacunas anunciadas por el Gobierno, aunque en el proceso son varios también los que temen que el remedio resulte peor que la enfermedad.
Bicarbonato, jengibre, eucalipto, ajo y limón hacen parte de la botica de los colombianos para menguar la aparición de síntomas o incluso aliviarlos en caso de que alguien esté ya contagiado en casa, pero hay otros que siembran temor porque en su promesa de acabar con el virus también llevan implícito el riesgo de acabar con quien los practica.
"Uno de los síntomas que se ha detectado de esta enfermedad es la pérdida de sensibilidad ante los olores y sabores; entonces, las personas que toman estos remedios no sienten que están afectando su garganta por la misma alteración de los sentido", dice el doctor Juan Carlos Hernández, coordinador de medicina interna y neumólogo de la Clínica del Occidente, citado en un comunicado de ese centro médico.
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Como dicha clínica, otras más en Colombia han debido emitir despachos a través de sus redes sociales y páginas web que alertan a los ciudadanos de los riesgos de poner en práctica algunos remedios caseros, de los cuales, además, poco o nada se conoce de su eficiencia.
Desde vaporizaciones a altas temperaturas con una yerba conocida como anamú —prescrita en la sabiduría popular para aliviar la sinusitis— hasta rociar el tapabocas con alcohol y luego aspirarlo, así como gárgaras de agua a alta temperatura, son algunas de las prácticas frecuentadas hoy en día por algunos colombianos, para quienes aquello de que "lo que no te mata te hace más fuerte" es el riesgo que se corre ante un posible contagio de COVID-19.
"También hemos visto consumo de alcohol, hipoclorito, hierbas no adecuadas y gárgaras con sal", agregó Hernández.

Consulta en internet

De acuerdo con el Instituto de Evaluación Tecnológica de Salud, desde que se conoció el primer caso de COVID-19 en Colombia, en marzo de 2020, el 75% de las búsquedas de los colombianos en Internet relacionadas con salud tienen que ver con remedios caseros que podrían atacar el virus, un porcentaje que no contempla los videos, mensajes y audios que abundan en Whatsapp y otras redes sociales sobre el tema.
De hecho, en foros virtuales y a través de distintos medios, Jorge Iván Ospina, alcalde de Cali (suroeste), médico de profesión y uno de los mandatarios locales más conocidos en el país, ha sugerido el uso del antiparasitario Ivermectina como remedio ante el COVID-19, pese a que su eficiencia tampoco ha sido comprobada, por lo que ha sido objeto de críticas.
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"No me quise meter más en ese debate porque creo que podría ser excesivo, pero tengo muchos colegas que con Ivermectina, de forma profiláctica, han logrado salvar vidas (…). Es algo que yo, personalmente, utilizo", dijo Ospina el pasado diciembre a la emisora Blu Radio.
Como Ospina, varios más han aludido los beneficios de la Ivermectina, al punto de que antes de que se diera el primer pico de la pandemia en el país —en agosto de 2019— el medicamento empezó a escasear y ser revendido incluso al triple de su precio original y de manera clandestina como venta libre, pese a que se requiere fórmula médica para adquirirlo.
"Fue tanto el temor esa vez, que incluso debimos valernos de un médico que le recomendaron a mi papá para que nos hiciera una fórmula médica a mis hermanas y a mí para poder comprarlo, pero la verdad es que nunca lo consumimos", dijo a Sputnik una mujer de Bogotá que pidió reserva de su nombre.

Prácticas en boga

Ahora, cuando el país atraviesa el segundo pico de la pandemia como consecuencia de la flexibilización de las medidas de bioseguridad durante la temporada de Navidad y Año Nuevo, otra de las prácticas que anda en boga es el consumo de aspirina con limón y miel de abejas, así como el consumo de dióxido de cloro, una desinfectante de superficies que puede ser altamente tóxico y generar daños graves a la salud.
"Un amigo me recomendó la aspirina y me funcionó, me tomé eso bien caliente durante tres noches seguidas y la maluquera (desaliento) se me pasó", dice, por su parte, Rafael Rentería, un vendedor de metales en el centro de Bogotá que asegura haber tenido "una gripa fuerte con un poquito de pérdida de olfato", pero que nunca se practicó una prueba de COVID-19 porque, simplemente, "no hay que creer en esas cosas".
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Las inhalaciones y vaporizaciones con agua caliente, así como no tomar bebidas frías, son otras de las sugerencias que cundan por estos días entre los colombianos, quizás más míticas que eficientes -de acuerdo con la ciencia médica-, pero que en todo caso han elevado la demanda de nebulizadores y vaporizadores en espacios como Mercado Libre.
Allí, un nebulizador portátil para adulto y pediátrico cuesta, en promedio, $150.000 pesos colombianos (unos 43 dólares), pero en ocasiones se debe de esperar hasta diez días para recibirlo.
"Buena parte de estos productos son importados de China y por estos días son algunos de los más demandados junto con los concentradores de oxígeno para pacientes que tienen o han padecido coronavirus; el problema está en que debido a las dificultades mundiales que ha impuesto la pandemia al comercio resulta más demorado traerlos", explica a Sputnik el ingeniero electrónico Hernando Arbeláez, quien comercializa tales dispositivos.
Agrega que su uso debe ser bajo supervisión médica, ya que su uso indiscriminado puede lesionar las mucosas de la garganta.
Por lo pronto, y mientras se espera que en febrero comience la vacunación masiva en el país, los médicos sugieren consumir alimentos ricos en vitaminas A, B, C y E y otros como frutas, verduras o pescado, realizar ejercicio físico moderado y descansar adecuadamente, en vez de poner en riesgo la salud con remedios caseros que pueden llevar a la gente desde la comodidad de su hogar a una sala de urgencias.
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