Bolivia cierra 2020 bajo reconstrucción con nuevo Gobierno socialista

LA PAZ (Sputnik) — Hace 15 años, Bolivia eligió a Evo Morales como su primer presidente socialista e indígena para salir de una grave crisis de inestabilidad política y pobreza, abriendo el 'proceso de cambio', el ciclo más largo de estabilidad y crecimiento, aunque no exento de conflictos.

Ese proceso resultó interrumpido abruptamente por el golpe derechista de noviembre de 2019, que devino en un Gobierno transitorio que terminó con la instalación por vía electoral de otro presidente socialista, Luis Arce, quien fuera el ministro de Economía de Morales.

El MAS explica así el cambio drástico desde el auge económico de 2006 a 2019, bajo el mando de Morales, hasta la depresión de 2020 que ha puesto en rojo las cifras del Producto Interno Bruto (PIB) por primera vez después de 36 años.

Estado en quiebra

Tras un mes de gestión, el nuevo Gobierno advirtió que la administración provisional y la pandemia de COVID-19 dejaron una economía que requería no solo reactivación sino toda una reconstrucción.

"Hemos encontrado un Estado quebrado; lamentablemente se repitió la historia neoliberal del saqueo. Estamos atravesando una de las crisis económicas más profundas de nuestra historia", sentenció la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, al presentar en diciembre el balance oficial del primer mes del nuevo Gobierno.

Añadió que la situación era peor que la crisis de los años 80, cuando Bolivia pasó de dictaduras militares a sucesivos gobiernos democráticos populistas y neoliberales, marcando récords de un déficit fiscal equivalente a un cuarto del PIB y una hiperinflación acumulada de 8.170% en 1985.

La reconstrucción de la economía boliviana partirá de una caída prevista del 8,4% del PIB este año, luego de haber liderado el crecimiento regional con una expansión promedio del 4,9% en la década pasada, disminución de la pobreza extrema en más del 50% y crecimiento sin precedentes de la clase media.

Ya en 2019, cuando el país vivió varios meses de tensión electoral y crisis política, el crecimiento había sido inferior a ese promedio, un 2,85%.

La recaudación de impuestos internos y aduaneros en enero-octubre de 2020 cayó un 27% en comparación interanual, en parte por exenciones tributarias a grandes empresarios, decretadas por Áñez, que sumaron hasta el equivalente de 300 millones de dólares.

Las inversiones públicas, uno de los motores del crecimiento en el pasado reciente, fueron golpeadas aún más fuerte, cayendo en los diez primeros meses de este año un 66%, a solo 1.107 millones de dólares.

"Esta política de reneoliberalización ha paralizado al país, por la suspensión de centenares de obras que están ahora inconclusas, dejando a miles sin empleos en el peor momento de la crisis sanitaria", apuntó Prada.

El recuento agregó que las empresas públicas fueron bloqueadas por el mismo Gobierno transitorio y que la deuda pública interna subió del 14% al 25% del PIB y que la deuda externa trepó al 30% del PIB, niveles peores que los de 2006.

Todo esto se reflejaba en un aumento del desempleo urbano al 8,7%, casi el doble que un año antes, y un achicamiento de la clase media, mientras el Tesoro General estaba al borde de la iliquidez.

De vuelta al cambio

"Estamos desmontando el andamiaje del modelo neoliberal reiniciado en noviembre de 2019", proclamó Arce tras su primer mes en la Casa Grande del Pueblo, sede presidencial, afanado en derogar decenas de decretos de la presidenta transitoria Jeanine Áñez antes de dedicarse de lleno a aplicar su plan de reconstrucción.

Entre esos decretos anulados había algunos que "con el pretexto de la pandemia, favorecían a ciertos sectores y grupos de poder con ventajas impositivas y otros beneficios", justificó el gobernante.

Reponiendo el Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP), que el mismo Arce aplicó en su gestión ministerial, el nuevo Gobierno del MAS cree posible recuperar la estabilidad y el crecimiento que logró en el pasado, incluso en períodos de crisis global de precios de materias primas.

El retorno de ese modelo comenzaba en diciembre con el pago de un bono contra el hambre, ampliación de beneficios de una ley de diferimiento de créditos, vacaciones adicionales para trabajadores públicos que hagan turismo interno y devolución de impuestos a personas con salarios bajos.

El fortalecimiento de la demanda interna, que debería lograrse con estas medidas, será paralelo al relanzamiento de las inversiones públicas, con reactivación de obras y de empresas estatales, dijo Prada.

La primera obra importante puesta de nuevo en ejecución era la de un tren urbano de 450 millones de dólares en Cochabamba (centro), iniciada en 2017 por Morales y paralizada desde que Áñez suspendió pagos a los contratistas españoles.

Prada dijo que, antes de cumplir dos meses de su nuevo Gobierno, el MAS pretende relanzar otros proyectos emblemáticos de sus anteriores gestiones, en industrias, infraestructura y empresas públicas como la aerolínea BoA y la telefónica Entel, que perdieron grandes segmentos de mercado en el último año.

Entre proyectos a ser reactivados destacan la industrialización del litio de los salares altiplánicos, un corredor ferroviario bioceánico, la ampliación de la red vial, una hidrovía interna y fábricas de cemento.

"Habíamos trabajado mucho entre todos los bolivianos en los 14 años pasados por cerrar brechas económicas y sociales y por reducir la enorme diferencia que existía entre los ingresos de los más ricos y los más pobres, que duele profundamente ver este retroceso del último año", dijo la ministra.

La reconstrucción, remarcó, demandará la participación no solo del Gobierno sino de los empresarios y los movimientos sociales.