Argentina pierde el miedo al cannabis terapéutico

Sin debates públicos altisonantes ni ruidos de fondo, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, reglamentó una ley sancionada tres años antes sobre el uso medicinal de cannabis. La medida promueve su investigación científica, autoriza el autocultivo para usos terapéuticos y habilita a las farmacias a dispensar aceites extraídos de esta planta.

La regulación vigente amplía los alcances de la ley sancionada por el Senado en marzo de 2017 y establece algunos avances significativos. Así lo reconoce a Sputnik la doctora en farmacia Silvia Debenedetti, integrante de la Asociación Argentina de Medicina Integrativa (AAMI).

En añadido, "la ley amplía la posibilidad de uso a personas a las cuales se les indique como modalidad terapéutica, medicinal o paliativa del dolor, el uso de la planta y sus derivados, de manera que ya no exclusivo para pacientes con epilepsia refractaria", ilustra la farmacóloga y docente.

Es así que el nuevo marco regulatorio permite a instituciones científicas y académicas investigar los fines terapéuticos y científicos del cannabis. Debenedetti advierte, no obstante, que todavía deben implementarse varios aspectos de la ley.

Aspectos faltantes

El Ministerio de Salud, por ejemplo, debe todavía elaborar los formularios para el registro de aquellos que cultiven, y formular las pautas que deben regir en la cadena de valor respecto al cultivo, producción y comercialización del cannabis.

El Instituto Nacional de Semillas (Inase), por su parte, tiene que definir las condiciones de producción de la especie para tener una trazabilidad de los productos vegetales.

"Teniendo en cuenta que las variedades de semillas contienen diferentes cantidades de THC (tetrahidrocannabinol) y CBD (cannabidiol) y que de estas cantidades depende su uso terapéutico, no se menciona qué variedades de semillas de cannabis pueden ser cultivadas de acuerdo a la patología que se trate", ejemplifica Debenedetti.

Tampoco se ha definido cuál puede ser el contenido máximo del THC, el principal constituyente psicoactivo de la planta. "No se menciona qué cantidad de plantas que pueden ser cultivadas para uso individual, y tampoco si los productos que se elaboran para consumo terapéutico personal deberán tener controles de calidad", sostiene la especialista de AAMI.

Debe además corregirse un decreto promulgado en agosto de 2019 que todavía incluye como "estupefaciente" el "cannabis, resina de cannabis y extractos y tinturas de cannabis Marihuana Cannabis sativa (Cáñamo índico), sus resinas (Haschisch), sus aceites y sus semillas", por lo que es susceptible de ser castigado su consumo, de acuerdo al Código Penal.

Por último, "faltaría establecer las condiciones para la autorización a las farmacias que elaboran y dispensan y para la industria farmacéutica nacional y extranjera de Argentina", añade la doctora.

Uso recreativo

Para Debenedetti, el decreto promulgado por el Gobierno ignora a propósito el consumo recreativo de la planta. "En mi opinión creo que debería ser analizada esta posibilidad, solo si se estableciera un límite de THC debido a la cantidad de efectos adversos demostrados", afirma.

La norma autoriza la producción pública y privada a laboratorios del aceite y sus derivados, pero no incluye a la industria farmacéutica.

En paralelo, "muchos médicos no acompañan el uso de aceite medicinal de cannabis en las condiciones actuales por lo que, por el momento, no es frecuentemente recetado", observa la doctora en farmacia. "Por los motivos mencionados, y dado que queda mucho por definir, creo que está lejos de constituirse en un eje fundamental de la reactivación productiva", resume.

Contexto regional

Otros países de América Latina son más vanguardistas que Argentina a la hora de reconocer todos los empleos de la planta.

Uruguay se convirtió, en diciembre de 2013, en el primer país del mundo en legalizar el empleo recreativo del cannabis.

Ya este año, el Senado de México aprobó el 20 de noviembre una ley que regula el uso y consumo de la marihuana, así como su producción para fines médicos, lúdicos e industriales.

A la espera de que el proyecto pase por la Cámara de Diputados, algunas organizaciones mexicanas reprochan que la normativa esconda un enfoque punitivo y de seguridad al sancionar la posesión si la persona no cuenta con los permisos requeridos.

Colombia, que legalizó en 2016 el cannabis medicinal, realizó este año la primera exportación de CBD, el cannabinoide que no genera efectos psicoactivos. Además autorizó a una empresa, PharmaCielo, a exportar hasta diez toneladas de aceite de cannabis con THC.

Desde una perspectiva de salud pública, Paraguay habilitó en agosto el cultivo de cannabis para fines medicinales, y Ecuador aprobó un mes después el cultivo y producción del cáñamo terapéutico con un contenido inferior al 1% de THC.

Desde 2016 Chile cuenta con una ley que despenaliza el autocultivo y el consumo de marihuana, mientras que Perú reglamentó en 2019 una ley aprobada dos años antes que autoriza el uso medicinal del cannabis.

Cada país avanza a su medida en reconocer las propiedades y los empleos del cannabis en una región donde todavía se desconocen con exactitud los datos de prevalencia de consumo.