Suena una música punzante, de empujones y sacudidas de melena. Tres mujeres bailan a trompicones. Se mezclan entre saltos. De pronto, paran. Luego se persiguen, se rozan. Llegan a lamerse las axilas o los codos. Todo esto sucede en Catalina, una danza "radical" creada por el colectivo Iniciativa Sexual Femenina. Lo forman la francesa Élise Moreau, la finlandesa Elisa Keisanen y la española Cristina Morales, escritora célebre por su libro Lectura fácil, que ganó el premio Herralde de Novela en 2018.
Así germinó esta mujer que, según su definición, "no se va de fiesta: es una fiesta en sí misma". Con esa premisa, elaboran un personaje múltiple que se entronca en la liberación y en la rabia. "Catalina parte de nuestro nombre, Iniciativa Sexual Femenina. Y es muy provocativa. Es muy sensual. Además, como algo más anecdótico, en Francia se le llama Katherines a las mujeres de más de 45 años que no están casadas. Ahora se ha olvidado esa costumbre, pero el día de Santa Catalina, estas mujeres tenían que llevar un sombrero identificativo. Y era una vergüenza", explica Moreau.
¡Qué alegría ver a #IniciativaSexualFemenina bailar libre y salvaje en estos tiempos! Lo trae Teatro del Barrio @teatrobarrio y ahora voy a estar nerviosa hasta que llegue el día. 🔥 https://t.co/A3jWJysIXO
— Marina (@marinamsso) October 27, 2020
De esta manera optaron por una escenografía más salvaje. "La idea de no ponernos límites es un poco romántica, pero sí que queríamos romper los que nos impone la sociedad. Decidimos ir poco a poco", aporta Keisanen, que cuenta cómo se han topado con padres que sacan a sus hijos de la grada. ¿Por qué? A lo largo de la hora y cuarto que dura la obra, estas tres jóvenes se besan entre ellas, avanzan semidesnudas en la tarima o representan masturbaciones con elementos como una mesa.
Una apuesta chocante que en muchos casos les ha devuelto la catalogación de pornográfico. Y quizás esta definición proviene de incomodar, de llamar la atención. "Nosotras no vemos que esto pueda echar para atrás ni que haya reacciones tan fuertes", se excusan, a pesar de reconocer el componente sexual. "En realidad, hay muchas Catalinas. Entre nosotras hemos creado una idea de mujer liberada, problemática y no problemática", reflexiona Keisanen.
"Hay millones de 'Catalinas' potenciales, como en cada una de nosotras. Aunque Catalina es el único personaje que entra en la narrativa de la obra, está abierta en lo sexual pero protege sus límites, también en la violencia, en lo vulgar, en el desaparecer, en el observar… Catalina hace lo que le da la gana", complementa Moreau.
El planteamiento, de hecho, surgió de un poema de Cristina Morales. Esta escritora nacida en 1985 había publicado un par de novelas hasta que llegó el fenómeno. Con Lectura fácil, editada por Anagrama y ganadora del premio Herralde en 2018, brincó hasta los principales escaparates literarios. Un salto que la puso en el ojo de la crítica y agitó el canon. Sus páginas eran una revuelto de alegato feminista, fanzine contestatario y ejercicio retórico inexplorado. La historia de unas mujeres con discapacidad entretejía una reflexión antropológica al margen de la pauta.
Protestan así las tres integrantes contra la danza tradicional. "Hemos querido buscar otros caminos y otras necesidades. En nuestra pieza no teníamos una visión del estilo", apostillan Moreau y Keisanen. "En la mayoría de clases, jams o espectáculos a los que había asistido me preguntaba por qué no se baila con todas las partes del cuerpo, con los genitales o con las tetas. Por qué es tan sacralizado el acercamiento hacia el propio cuerpo, cuando lo contemporáneo debería precisamente desacralizar. Esto es una danza desacomplejada", agregaba Morales a este respecto en una charla con un blog.
"Lectura fácil:ni amo,ni Dios,ni marido, ni partido de fútbol" de Cristina Morales narra la historia, en la Barcelona más reciente, de 4 mujeres con discapacidad intelectual que se resisten al sistema y que cuenta una de ellas con acidez magistral, humor y libertad#libros pic.twitter.com/DQfZ59J0yp
— NoraValenti (@NoraValenti) November 13, 2020
Tienen por delante algunas citas más. La pandemia trastocó los planes de principios de año, cuando iba a ser representada, pero le ha devuelto una agenda marcada por las entradas agotadas. "No sabemos muy bien por qué está todo vendido", responden Moreau y Keisanen, que achacan el interés a que Morales sea una cara reconocida.
"Como estamos acostumbradas a que las cosas en la vida son difíciles, cuando se presenta una situación que puede ser de éxito, lo vivimos sin ocultar la alegría. Me alegro de que no estemos en una posición de falsa modestia. Ha habido mucho trabajo por detrás, muchos sin sabores, muchos días de no tener que llevarnos a la boca, literalmente", afirmaba la escritora.
Catalina es un exponente de la rabia, de la sublevación. Es el reflejo de alguien empoderado. Con razón, el subtítulo del poema era "nana para acunarse a sí misma" y la sinopsis de sus intenciones es tan abstracta. "Oscilaremos entre varios polos: de un lado el sueño de volar, y del otro la fuerza de la gravedad, de un lado el ideal del cuerpo libre, del otro el adiestramiento que subyace de ese ideal. De un lado el deseo de salir de uno mismo, del otro el miedo a perderse y hacerse daño. De un lado la plenitud, del otro el riesgo de la caída", anuncian. Toda esa filosofía se diluye en una coreografía belicosa que representa el deseo entre zarandeos y acordes afilados.