El cosmonauta ruso Serguéi Rízhikov, que actualmente trabaja a bordo de la EEI junto con su conciudadano Serguéi Kud-Sverchkov y la astronauta estadounidense Kathleen Rubins, confirmó, en conversación con un ingeniero del Centro de control de vuelos espaciales, haber fotografiado y medido la grieta.
"Sí, lo hice, mide unos 4,5 [centímetros], algo menos incluso", dijo Rízhikov.
Cuando el experto le recordó que había reportado 2,7 centímetros tras mediciones anteriores, el cosmonauta explicó esa diferencia por "condiciones de visibilidad".
"En la zona del punto 9 [la grieta está marcada con puntos y números] hay una grieta real y también hay una rozadura, que parece ser más profunda", comentó el cosmonauta Serguéi Rízhikov a un especialista del Centro de Control de Vuelos en Rusia.
El problema de la fuga de aire fue detectado en la EEI en septiembre de 2019. Un año después, la velocidad de la fuga se quintuplicó de 270 a 1.400 gramos de aire al día.
A finales de septiembre pasado, se descubrió que la pérdida de presión se debía a una grieta en el módulo Zvezda. A la espera de una solución definitiva, los tripulantes la sellaron en octubre con una cinta Kapton, que es resistente a temperaturas muy elevadas.
Roscosmos aseveró que la fuga de aire no supone amenaza para la vida de los tripulantes de la EEI ni para el vuelo de la plataforma orbital.