Ya sea de manera accidental o deliberada, la problemática de la desaparición de personas no es nueva. Muchas familias pasan meses o incluso décadas esperando hallar a sus seres queridos, cuyo paradero se desconoce y que, en muchos casos, nunca se encuentra.
Los ejemplos son varios: desde organizaciones de familiares que buscan a víctimas de las dictaduras cívico-militares en América Latina que llevan décadas desaparecidas, hasta situaciones como las de México, que registra cifras récord de personas desaparecidas, con más de 77.000 casos desde 2006 a 2019.
"Todas las plantas están acostumbradas a responder a los cambios en su entorno. Dado que están arraigadas en su lugar, las plantas realmente no tienen más remedio que cambiar su química y biología cuando son atacadas por plagas o enfrentar otros desafíos como la sequía o al beneficiarse de fertilizantes, y a través de heces de animales" señaló el biólogo Neal Stewart, coautor de la investigación en un artículo que escribió para The Conversation.
Por esto, explicó, el equipo se propuso investigar cómo responden las plantas a los cuerpos humanos en descomposición. El estudio, publicado en septiembre en la revista científica Trends in Plant Science, propone "que las respuestas espectrales en las copas de los árboles y arbustos podrían actuar como guías para encontrar cadáveres utilizando plataformas de teledetección para beneficio social". Pero ¿cómo funciona esto?
El mensaje que dan las plantas sobre los desaparecidos
Uno de los ejemplos que señala Stewart es el del nitrógeno que emana un cadáver en descomposición. El nitrógeno tiene respuestas concretas en las plantas, ya que estas en contacto con el gas producen más clorofila, lo que les da un color más verde a sus hojas.
La presencia de drogas o metales (por ejemplo, de balas) también puede dar ciertas señales. Estos, una vez filtrados en el suelo pueden cambiar los microbios cerca de las raíces y generar un cambio en los nutrientes que las plantas absorben.
Para ello, emplearon drones, habituales también en el trabajo arqueológico. En este caso, estaban equipados con sensores para estudiar la respuesta de una planta agrícola específica, pasto varilla, a su contacto con el nitrógeno.
Además, se encargaron de diseñar genéticamente plantas para detectar enfermedades en ellas ocasionadas por determinados patógenos bacterianos y radiación ionizante, con el fin de sistematizar el comportamiento de la flora en contacto con sustancias que puedan emanar cuerpos en descomposición.
Stewart admite que "no sabe exactamente cómo las plantas pueden decirnos dónde están las personas muertas", pero aseguró que en un plazo de aproximadamente dos años, esperan "tener una mejor comprensión de lo que los árboles y arbustos tienen que decirnos sobre las personas desaparecidas, y aprender a 'escucharlas' desde el aire".
