El confinamiento que los países europeos impusieron en primavera para frenar la propagación del coronavirus fue una pesadilla para el mercado automovilístico europeo. En abril las ventas de los coches en la UE se redujeron en tres cuartos.
Además de pérdidas millonarias para los fabricantes de autos, la situación actual supone una grave amenaza para los casi tres millones de empleados del sector de automóviles. La Asociación Europea de Proveedores de Automoción (CLEPA) estima que en 2021 desaparecerán unos 100.000 puestos de trabajo, entre ellos casi la mitad (49.500) en las empresas proveedoras.
Industria automotriz frente a las normas ecológicas
Sin embargo, sería un error echarle toda la culpa a la pandemia del coronavirus, que no hizo más que acelerar los cambios que ya estaba viviendo la industria del automóvil europea.
Un factor clave para su transformación son las normas de la UE relativas a las emisiones, las cuales se hacen cada vez más rígidas. Actualmente los fabricantes que no respeten el límite de 95 gramos por kilómetro corren el riesgo de incurrir en sanciones pesantes: por cada g/km de CO2 que supere el umbral establecido, deben pagar 95 euros por cada coche matriculado.
A juzgar por las multas que las autoridades imponen a los fabricantes de coches, estos trucos no siempre funcionan. Antes de que estallara la crisis del COVID-19, se estimaba que el monto total de las sanciones aplicadas alcanzaría 400 millones de euros en 2020 y aumentaría hasta 3.300 millones en 2021.
Marcha triunfal del coche eléctrico
A este cuadro ya complejo se añade el desafío de los coches eléctricos. Según el grupo de presión del transporte Transport & Environment (T&E), en 2020, en los países de la UE, se venderán un millón de ejemplares y en 2021 ya serán 1.800.000, con lo cual su cuota en el mercado automovilístico europeo alcanzará el 10 y el 15% respectivamente.
En una buena parte, esta tendencia se debe a las normas europeas en materia de ecología: la legislación actual incentiva a los fabricantes a producir vehículos eléctricos, permitiendo contabilizar sus ventas como parte de su esfuerzo para reducir las emisiones. De hecho, algunos expertos creen que estamos entrando en la última década en la historia de los coches con motores de combustión interna: si la UE sigue recrudeciendo las normas ecológicas, después de 2030 dejarán de producirse.
Electrificación del automovil y sus consecuencias
Esta tendencia tendrá un impacto no sólo económico, sino también geopolítico. En primer lugar, el petróleo perderá su importancia como principal combustible, lo que afectará los intereses de los países productores.
El crecimiento de la producción de los coches eléctricos también alterará los equilibrios en el mercado automovilístico, visto que serán las compañías que ya invierten en la "electrificación" las que obtendrán las mayores ventajas. La T&E estima que actualmente en las principales casas de automóviles la producción de los coches eléctricos corresponde al 10-15% del total, con Volvo que está en cabeza con el 26%.
Sin embargo, los equilibrios cambian, y es probable que la extensión de los automóviles eléctricos atraiga a nuevos productores que competirán en el futuro con los gigantes de hoy. En la próxima década la industria automotriz vivirá una revolución que la transformará por completo.