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Idean un método para detectar veneno en la comida fácilmente

© Foto : Pixabay /Alexei_otherQuesos y nueces
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Los científicos de la Universidad Nacional de Investigaciones Nucleares de Rusia (MEPhI) han desarrollado un método simple, barato, rápido y ecológico para determinar el contenido de la sustancia venenosa aflatoxina-B1 en los alimentos. Los resultados ayudarán a garantizar la seguridad de los productos alimentarios.

El estudio se ha publicado en la revista científica Journal of Food Composition and Analysis.

La aflatoxina-B1 es un compuesto químico venenoso para los humanos y animales. Lo producen algunas especies de hongos de moho microscópicos. Puede causar tumores malignos (cáncer) o cirrosis hepática y, además, debilita el sistema inmunitario. En caso de intoxicación grave con aflatoxina-B1, una persona puede sufrir edema cerebral e insuficiencia hepática aguda, lo que suele ser mortal.

Los hongos que segrega la aflatoxina-B1 están presentes de forma natural en muchos alimentos:

  • en productos lácteos,
  • en frutos secos,
  • en semillas de girasol,
  • en el maíz,
  • en los cacahuetes,
  • en el café,
  • en el cacao,
  • en las especias.

Pueden reproducirse de manera excesiva antes y durante la cosecha, así como durante la conservación o el procesamiento de los alimentos.

Este proceso resulta en una concentración peligrosa de aflatoxina-B1. Según el país, la legislación señala que los alimentos pueden contener entre 4 µg/l (Europa, por ejemplo) y 20 µg/l (EEUU) de esta sustancia.

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Se empezó a estudiar la aflatoxina-B1 activamente en 1961, cuando causó la muerte masiva de pavos en Inglaterra. A lo largo de las décadas, se desarrollaron varios métodos para detectarla. Hoy en día, los más comunes son la cromatografía líquida, la técnica ELISA (análisis inmunoenzimático) y el uso de biosensores fotoelectroquímicos. Los científicos de la MEPhI han propuesto un método nuevo que es igual de preciso y, además, más simple y barato. Otras ventajas del nuevo método son el alto índice de enriquecimiento de la sustancia investigada con aflatoxina-B1, el uso mínimo del disolvente orgánico y su poca influencia en las características ópticas del complejo. 

"En la primera etapa, unimos la aflatoxina-B1 a fluoresceína utilizando ion de zinc. Luego, creamos envolvimientos en la disolución para obtener el complejo formado en una concentración suficiente y para examinar sus espectros ópticos. Esto permite detectar la aflatoxina-B1 en los alimentos. Nuestro método es mucho más productivo y barato que los otros. Es sensible a la aflatoxina-B1 con una concentración de 3 µg/l, que es menos que el límite establecido por la legislación", dijo a Sputnik el docente del Instituto de Nanotecnologías en Electrónica, Espintrónica y Fotónica de la MEPhI Konstantín Katin.

​Los investigadores renunciaron a escoger las mejores condiciones del experimento cuando en cada etapa se optimiza solo una variable (pH-disolución, concentración de zinc, contenido del disolvente, concentración de la disolución quelante, tiempo de revolvimiento de la disolución). En su lugar, cambiaron todas las variables al mismo tiempo en el marco de un modelo matemático que tenía en cuenta la interdependencia de las variables y seleccionaba las más importantes. De este modo, consiguieron optimizar los valores de cinco parámetros solo mediante 46 experimentos en condiciones diferentes.

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Además, los investigadores utilizaron cálculos cuánticos y químicos para escoger los agentes químicos adecuados, lo que les permitió predecir de antemano la eficiencia del complejo aflatoxina-B1-ion de zinc-fluoresceína y calcular sus propiedades estructurales, electrónicas y ópticas.

Los resultados obtenidos contribuyen a conservar la seguridad alimentaria. La parte experimental del estudio se realizó en Turquía, mientras que la teórica se llevó a cabo en Rusia. El estudio se centró en las necesidades de la industria alimentaria del país otomano. El método se probó en avellanas crudas y tostadas, pasas e higos secos. Turquía es el primer país productor de estos productos, y por lo tanto es quien está más interesado en los resultados del estudio. Pero otros países que producen o compran alimentos también pueden considerarlo útil.

La investigación ha demostrado que los métodos teóricos, cuánticos y químicos desarrollados por la MEPhI son eficaces a la hora de investigar y mejorar la industria alimentaria. Los científicos planean seguir ayudando a modernizar los sistemas de control de seguridad alimentaria.

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