Si Macron le declara la guerra al separatismo islámico, los turcos deben boicotear la producción francesa. Ese es el plan de Erdogan, pero lo cierto es que, con eso, lo que está consiguiendo es dañar su economía.
La llamada de Erdogan no ha quedado desatendida, y varios países del mundo árabe se han sumado a la contienda.
Por su parte, Arabia Saudí ha hecho un llamamiento para que los consumidores eviten la cadena de supermercados francesa Carrefour, mientras que en Kuwait más de 400 agencias de viajes han eliminado los viajes a París de su oferta.
Los bonos del Gobierno de Turquía denominados en dólares cayeron hasta 1,4 centavos, mientras que el principal índice de acciones de Estambul cayó un 1,2%.
Francia intenta reaccionar con tranquilidad a los acontecimientos. La organización patronal Movimiento de Empresas de Francia (en francés, Mouvement des entreprises de France o Medef) ha invitado a las compañías a mantenerse firmes ante el boicot.
"No respondamos a las estupideces con estupideces (…). No es cuestión de boicotear a nadie, es cuestión de ceñirse a nuestros valores republicanos", declaró el presidente del Medef, Geoffroy Roux de Bézieux.
Macron ya había anunciado a principios de octubre su intención de sacar adelante un proyecto de ley contra el separatismo islámico y en favor de "consolidar los principios republicanos", pero las tensiones que aquello provocó entre Ankara y París se han multiplicado ahora tras la inflexibilidad que muestra el mandatario francés ante el extremismo de esta religión.