"No reconocemos y no aceptamos a ningún Presidente porque no estamos conformes con el acto eleccionario y con todas las irregularidades que han ocurrido con esta elección", dijo el presidente de ese comité, Rómulo Calvo, en una conferencia de prensa en la que anunció "medidas de presión" si no se paraliza el cómputo oficial.
El desafío cívico al Tribunal Electoral (TSE) y a los comicios aplaudidos unánimemente por observadores y gobiernos extranjeros surgió mientras el casi concluido cómputo daba a Arce 54,76% de los votos, con casi 26 puntos de ventaja sobre el segundo, el expresidente neoliberal Carlos Mesa.
"Las elecciones tienen muchos indicios que no nos dan tranquilidad, por lo cual no podemos aceptar los porcentajes que están haciendo conocer al pueblo boliviano. Creemos importante que no se emita el resultado final hasta que nosotros podamos estar seguros", dijo.
El TSE no respondió de inmediato, aunque su presidente, Salvador Romero, ha dicho varias veces esta semana que tanto la votación como el escrutinio en las mesas de sufragio y el posterior cómputo se desarrollaron bajo las máximas garantías de seguridad y transparencia.
La victoria del MAS, incluso por un margen mayor al que proyectaron encuestadoras privadas horas después de la votación, era considerada como una afrenta por el comité cruceño y grupos radicales de derecha que desde el 19 de octubre realizaban cercos en torno a los centros de cómputo de tres ciudades, incluida Santa Cruz.
Sin llamar por su nombre al virtual presidente electo, Calvo añadió que "ese señor" aparecía triunfador en el cómputo "gracias al reincidente sistema de corrupción del año pasado", en alusión a los comicios de 2019 ganados por Morales y luego anulados por denuncias de fraude.
Los cabildos son considerados la máxima expresión de democracia directa en Santa Cruz y fueron decisivos en las protestas derechistas que derribaron a Morales hace un año.