"He leído mucha tontería recientemente de que mi propio brote de COVID-19 me robó mi mojo [encanto, habilidad, empuje]", señaló en el discurso que cerró el congreso anual del Partido Conservador.
Era la primera intervención de Johnson, como líder y jefe del Gobierno, ante sus correligionarios, que se reunieron virtualmente debido a las restricciones impuestas para frenar los contagios.
El primer ministro estuvo una semana hospitalizado, incluidos tres días en cuidados intensivos, después de contraer el coronavirus y asilarse en su residencia de Downing Street, a finales de marzo.
Siete meses después, y con el país medio confinado para frenar el avance de la segunda ola de infecciones, prometió construir un "futuro mejor" basado en una "economía verde".
"La crisis del COVID es catalizador de cambio", dijo a una audiencia remota cuyos aplausos echó de menos.
El dirigente de derechas, que está piloteando la retirada del Reino Unido de la Unión Europea, dibujó un porvenir en el que su Gobierno será "líder mundial" en energía limpia a bajo coste.
El objetivo es convertir el Reino Unido en la "Arabia Saudí de la energía eólica", con "molinos de viento flotando sobre el mar" que generarán "un gigavatio de electricidad para 2030".
Johnson impregnó de optimismo su discurso y pasó por alto los errores en la estrategia de su Gobierno para contener la pandemia y las estadísticas oficiales que colocan al país en la cota europea de decesos por COVID-19.