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Operación LITEMPO en México: el papel que tuvo la CIA en la matanza de Tlatelolco en 1968

© Foto : Public domainEstudiantes sobre cammión quemado durante las protestas de 1968 en México (archivo)
Estudiantes sobre cammión quemado durante las protestas de 1968 en México (archivo) - Sputnik Mundo
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La historia de que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) siguió durante meses al movimiento estudiantil de 1968 es un rumor a voces. Pero la realidad es que su presencia en México fue tan importante que incluso influyó en la actuación del Gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.

De acuerdo con documentos desclasificados por el Gobierno de Estados Unidos —disponibles en el Archivo Nacional de Seguridad (NSA) de la Universidad George Washington—, el agente de la CIA Winston Scott operó desde la Embajada estadounidense a un grupo especial en México en la década de los 60.

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El grupo estaba conformado por 12 agentes especiales —entre quienes se encontraban los expresidentes Díaz Ordaz y Luis Echeverría—, e informaba a Scott sobre todos los aspectos que estuvieran asociados a movimientos sociales. 

Para ello, el nombre codificado que recibió la red de espías de la CIA era LITEMPO, en donde LI representaba el código de la agencia para las operaciones en México y TEMPO se refería a "una productiva y efectiva relación entre la CIA y un selecto grupo de altos funcionarios en México".

Si bien Scott llegó en 1956, fue hasta 1960 que conformó LITEMPO. La red sirvió, según un relato del NSA, como "un canal extraoficial para el intercambio de información política selecta y sensible que cada gobierno deseaba obtener, el uno del otro, pero no a través de intercambios de protocolo público". 

LITEMPO en el movimiento estudiantil de 1968

En el marco de la Guerra Fría, el Gobierno de Estados Unidos —y en consecuencia, la CIA— emprendió una serie de estrategias para impedir que el comunismo se expandiera a lo largo del mundo y llegara a América Latina.

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Por ello, al llegar 1968, un año en el que surgieron diferentes movimientos sociales por todo el mundo —desde Francia hasta México—, Scott se obsesionó con una posible influencia del comunismo y de Cuba en México. 

Sin embargo, los hechos que encendieron las alertas del Gobierno estadounidense sobre la situación en México fueron las manifestaciones estudiantiles en Francia; por lo que, en junio de 1968, el entonces embajador Fulton Freeman se reunió con Scott y otros miembros de la Embajada para analizar si el fenómeno francés podía repetirse en México.

La respuesta que dio Scott basándose en los informes que le proporcionaban miembros del equipo de LITEMPO era que el presidente Díaz Ordaz sería capaz de mantener la situación bajo control de cara a las Olimpiadas de 1968.

"El Gobierno cuenta con diversas formas de medir e influir la opinión de los estudiantes y, cuando cree que los desórdenes exceden los límites que considera aceptables, se ha mostrado capaz y dispuesto a intervenir de manera decidida, hasta ahora con efectos positivos", informó Freeman en un cable al Departamento de Estado después de la reunión.

Aunque no hay pruebas de que la CIA interviniese directamente en los diferentes episodios de represión, lo cierto es que la información que la agencia proporcionó al Gobierno de México fue esencial para las decisiones que se tomarían tiempo después. 

En este marco, Scott afianzó la relación con Díaz Ordaz, a quien le proporcionaba un reporte diario sobre los "enemigos de la nación", según contó Ferguson Dempster, un alto oficial de la inteligencia británica destacado en México. 

De forma paralela, Scott informaba al embajador de Estados Unidos sobre la opinión que el Gobierno mexicano tenía en relación a las protestas estudiantiles. Posteriormente, Freeman diría en un cable dirigido a Washington que la postura de las autoridades mexicanas "frente a los disturbios, es que fueron instigados por agitadores de izquierda con el propósito [de] crear [una] atmósfera [de] inquietud".

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Scott también implementó otra red de informantes —diferentes a la que tenía en el Estado— denominada LIMOTOR, la cual estaba presente en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y otras escuelas. 

De acuerdo con un relato del NSA, "en conversaciones con sus agentes de LITEMPO, Scott se dio cuenta de que el afán de los altos funcionarios mexicanos de culpar a los comunistas de las crecientes protestas en las calles coexistía con una especie de incertidumbre pasiva sobre lo que realmente estaba ocurriendo".

A pesar de que no hubo consenso alrededor de la supuesta infiltración comunista en el movimiento estudiantil mexicano, en un reporte de agosto de 1968 se decía que los desórdenes en el zócalo capitalino representaban "un clásico ejemplo de la habilidad comunista para transformar una manifestación pacífica en un disturbio mayor".

La idea de la intervención comunista en las protestas provenía de que Díaz Ordaz "estaba seguro de que el Partido Comunista Mexicano y la Unión Soviética estaban involucrados". Sin embargo, Scott no encontraba evidencias al respecto. 

Estas inconsistencias serían registradas en un informe del cuartel general de la CIA. En él se exponía que, a pesar de las sospechas del Gobierno mexicano sobre la intervención soviética, "es improbable que los soviéticos socavaran así sus cuidadosamente cultivadas relaciones con los mexicanos".

El desenlace: la masacre de Tlatelolco

La frecuencia de las manifestaciones estudiantiles previa a los Juegos Olímpicos comenzaba a apremiar al entonces presidente, Díaz Ordaz, para poner orden en el país; por lo que Scott empezaría a tomar nota de las posibles acciones que tomaría el Estado. 

En medio de este contexto, los agentes de LITEMPO empezaron a lanzar información cada vez más alarmante sobre la dureza con la que se podría actuar. Incluso contemplaron usar al Ejército para apaciguar las protestas. 

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Por su parte, el embajador Freeman informaba de que el Gobierno "implícitamente acepta que, como consecuencia, esto va a acarrear víctimas". En los reportes agregaba que los dirigentes estudiantiles estaban siendo llevados a la cárcel. 

La información proporcionada por el Gobierno mexicano, según consta en los reportes de la CIA, no permitía vislumbrar con claridad las acciones que se tomarían, pero sí se sabía que no se buscaba una solución que permitiera abrir el diálogo con los estudiantes. 

Con este telón de fondo, el 2 de octubre la Plaza de las Tres Culturas —donde los estudiantes tenían planeado hacer una manifestación— se encontró rodeada por tanques del Ejército. En pleno mitin comenzaron los disparos, y decenas de personas terminaron tiradas en el piso. 

La información proporcionada por el Estado apuntó a que se trató de un enfrentamiento con estudiantes en el que habían muerto una veintena de personas. No obstante, hay organizaciones civiles que hablan de más de 200. 

Por su parte, Scott enviaría un reporte a la Casa Blanca en el que reduciría el acontecimiento del 2 de octubre a "ocho estudiantes y seis soldados muertos, pero un puesto cercano de la Cruz Roja recibió 127 estudiantes y treinta soldados heridos".

Pero además, agregaría que otra fuente clasificada le había dicho que el conflicto fue ocasionado por los propios estudiantes, pues fueron ellos quienes dieron los primeros disparos desde el edificio Chihuahua. 

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Décadas después, la revista Proceso daría a conocer que quienes dispararon desde el edificio Chihuahua eran hombres que estaban a cargo del jefe del Estado Mayor del Ejército mexicano, Luis Gutiérrez Oropeza. 

Al pasar del tiempo, se descubriría que los reportes de LITEMPO no eran exactamente un reflejo de la realidad, dado que no había evidencias suficientes que sustentaran que el movimiento estudiantil tenía vínculos comunistas.

Por lo cual, Scott sería obligado a retirarse de su cargo de la CIA en la Ciudad de México; aunque, William Broe, el entonces jefe de la división de la CIA para América Latina, diría que su salida no tenía que ver con los acontecimientos del 2 de octubre de 1968.

El motivo de la salida de Win Scott se desconoce, pero lo cierto es que a los pocos meses —en junio de 1969— asistió al cuartel general de la CIA en Washington para recibir la Medalla a la Inteligencia Distinguida por su papel en el programa LITEMPO.

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