A pesar de no tener relaciones diplomáticas oficiales, en los últimos años los contactos entre el Vaticano y Pekín se intensificaron, lo que en 2018 condujo a la firma del importante acuerdo sobre el nombramiento de los obispos en China. El documento expira el próximo 22 de octubre, pero la Santa Sede ya declaró su intención de renovarlo.
Relaciones chino-vaticanas: progreso lento, pero constante
Tras la creación de la República Popular China en 1949 las relaciones entre Pekín y la Iglesia católica fueron turbulentas. Los misionarios católicos fueron expulsados del país asiático y los creyentes sufrieron varias persecuciones. En 1957 Pekín creó la Asociación Patriótica Católica China (APCC) que se encuentra bajo el control del Gobierno, no reconoce la autoridad de la Santa Sede y consagra a los sacerdotes y obispos por su propia iniciativa.
En 2007 la disponibilidad de la Santa Sede de desarrollar las relaciones con China fue confirmada por Benedicto XVI, el cual expresó la esperanza de "instaurar vías concretas de comunicación y la colaboración" con China. A su vez, Francisco en una entrevista, en 2016, elogió la cultura y la "inagotable sabiduría" del pueblo chino e instó a ensanchar el diálogo entre el Vaticano y Pekín.
Aunque el acuerdo sobre la consagración de los obispos no fue publicado, parece que resolvió una de las cuestiones más espinosas en las relaciones bilaterales. La Santa Sede siempre insistió en que el documento carecía de cualquier matiz diplomático o político, y tenía como único objetivo "apoyar y promover el anuncio del Evangelio en China y reconstruir la plena y visible unidad en la Iglesia".
Esta dinámica promete beneficios a ambas partes. Para China los contactos con el papado podrían ayudar a mejorar su imagen internacional, mermada por la difusión del coronavirus desde Wuhan. A su vez, Francisco espera poder realizar el primer viaje del jefe de la Iglesia Católica al país asiático, el cual ya no parece tan improbable como antes.
Desaprobacion norteamericana
Al mismo tiempo, el acercamiento chino-vaticano crea rencor en Washington, que se hizo particularmente evidente en las últimas semanas. El pasado 19 de septiembre el secretario de Estado Mike Pompeo escribió en su Twitter: "Hace dos años la Santa Sede llegó a un acuerdo con el Partido Comunista China (PCC), con la esperanza de ayudar a los católicos chinos. Sin embargo, desde entonces los abusos del PCC contra los fieles aumentaron. De renovar el acuerdo, Vaticano pondrá en peligro su autoridad moral".
Al llegar a Roma este 30 de septiembre, Pompeo volvió a acusar a China de reprimir la libertad religiosa. "La Iglesia Católica siempre defendió a los oprimidos. Todos los actores que pueden poner fin a este régimen autoritario del Partido Comunista Chino deben hacerlo", arremetió el secretario de Estado durante la rueda de prensa conjunta con el canciller italiano, Luigi Di Maio.
Reaccion de la Santa Sede
El Vaticano dejó sin comentarios estas invectivas, pero dio a entender que no cederá a la presión americana. En la Santa Sede el artículo en First Things causó "no irritación, pero sí sorpresa, a pesar de que conocemos desde hace mucho tiempo la posición de la administración Trump y del secretario Pompeo en particular sobre este tema", según comentó el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin.
Este 1 de octubre Pompeo se encontró con Parolin, pero no con el Papa, al cual había solicitado una audiencia. Según destacó Paul Gallagher, la proximidad de las elecciones presidenciales en EEUU es "uno de los motivos, por los cuales el Santo Padre no recibe al secretario de Estado" de EEUU.
Entonces perdieron la batalla, pero siguen teniendo peso en la jerarquía vaticana. Consciente de estas presiones interiores y de la importancia de las relaciones con EEUU, la Santa Sede no interrumpe completamente el diálogo con Washington, por difícil que resulte en las condiciones actuales.