"El trabajo y la obra de Quino sigue estando vigentes, y sus temáticas políticas y sociales continúan siendo relevantes para la actual realidad latinoamericana", sostuvo.
Al enterarse de la muerte de Joaquín Lavado "Quino", Porumin fue a su estantería, tomó sus viejas historietas de Mafalda y se sentó a leerlas, al igual que lo hacía cuando era pequeña y su madre le compraba cómics recopilatorios de la idealista niña argentina.
La artista chilena explicó que Mafalda fue una de sus entradas a la ilustración: "Hizo que mi interés por el dibujo creciera, y también me sirvió como inicio para desarrollar mi lado creativo, cuando recién estaba tratando de buscar mi estilo".
Si bien, el sello actual del dibujo de Porumin está más relacionado con la cultura japonesa de lo kawaii (tierno) y otras temáticas, la ilustradora afirmó que el trabajo de Quino le fue útil para adquirir herramientas más básicas, pero primordiales, como por ejemplo: hacer las viñetas, ordenar el formato del cómics o entender las expresiones en los rostros de los personajes.
"La obra de Quino no sólo fue una inspiración para mi, sino que para el trabajo de muchos ilustradores, siendo su figura un ícono para Latinoamérica tanto del punto de vista del comics, como de los temas sociales y políticos, y eso es algo que se pudo confirmar tras su muerte, donde pude ver a mucha gente compartiendo sus homenajes y sus propios 'fanarts' (obras creadas por fanáticos)", afirmó.
Joaquín Lavado nació en la provincia argentina de Mendoza (oeste) en 1932, y se destacó en el humor gráfico por más de seis décadas.
Falleció este 30 de septiembre a los 88 años.