No cabe duda de que las intenciones de los partidarios de eliminar totalmente las armas nucleares son buenas. La ONU dedicó este día a este objetivo a raíz de una resolución aprobada en diciembre de 2013, época en la que la posibilidad de un conflicto armado nuclear era relativamente pequeña. Naciones Unidas explica que se busca así crear conciencia sobre la amenaza que representan dichas armas.
La ONU proclama que eliminarlas totalmente ha sido uno de sus principales objetivos desde hace años.
Actualmente hay un relativo equilibrio gracias a los acuerdos entre EEUU y Rusia —anteriormente entre EEUU y la URSS—, pero el tratado más reciente —START III— expira el año que viene y no está claro cuál será el escenario geopolítico mundial. La comunidad internacional está preocupada por la creciente amenaza nuclear, pero aun así entiende su papel disuasorio en el ajedrez político. Es un callejón sin salida: las armas nucleares son necesarias, pero peligrosas.
Desde el proyecto Manhattan hasta los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, el mundo —y EEUU en particular— ha recorrido un peligroso camino que culminó con la aparición del nuevo orden mundial: el mundo con armas de destrucción masiva. El surgimiento de este nuevo orden tuvo como resultado una nueva realidad política y militar sin precedentes. Los bombardeos de las dos ciudades japonesas mostraron que quien posee estas armas domina la situación.
Una vez Washington entendió que disponía de ese poderío, incluso lanzó una campaña de desinformación conocida como Plan Totality que presuntamente tenía como objetivo destruir 20 ciudades soviéticas, incluidas Moscú y Leningrado —actual San Petersburgo—. Quedó claro que el mundo necesitaba un equilibrio nuclear. Por tanto, la URSS creó su propio arsenal nuclear de manera urgente, y precisamente la disuasión nuclear tranquilizó a los belicistas de EEUU.
La disuasión nuclear, la herramienta para evitar guerras entre potencias
Hoy en día la disuasión nuclear sigue siendo el principal factor que permite evitar una confrontación armada directa entre las principales potencias del mundo. Dichas armas garantizan la independencia y la integridad territorial de los países que las poseen. Pero hay un efecto secundario de dicha disuasión: en determinados casos las potencias recurren al concepto de guerras subsidiarias, lo que les permite luchar contra sus adversarios con manos ajenas.
En el contexto de la disuasión nuclear es importante tener en cuenta en qué consisten las doctrinas militares de los países que forman parte del elitista club nuclear. EEUU abiertamente declara que se reserva el derecho de atacar primero. Rusia anteriormente se reservaba el derecho de solo responder a un ataque previo por parte del enemigo. Sin embargo, las tendencias geopolíticas la hicieron cambiar su enfoque respecto a este asunto.
En la actualidad Rusia sí puede usar armas atómicas sin un ataque previo con el mismo tipo de armas por parte del enemigo, pero solo en caso de que exista una amenaza para la existencia del Estado ruso y de su población. Se especifica que esta amenaza puede provenir de un arma convencional. El presidente ruso, Vladímir Putin, firmó un decreto sobre la nueva doctrina nuclear en julio de 2020.
Entretanto, la amenaza de usar armas nucleares persiste. A septiembre de 2020 el famoso Reloj del Juicio Final —también conocido como el Reloj del Apocalipsis— se encuentra solo a 100 segundos de la medianoche —un minuto 40 segundos—. Es la peor marca en la historia del proyecto. Una de las razones principales es la salida de Washington de los acuerdos nucleares, incluido el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio.
Los peligros de las armas nucleares en manos equivocadas
Por tanto, no hay que restar importancia a la amenaza de las armas nucleares. Su existencia lleva consigo un gran peligro vinculado a los posibles errores de cálculo de quienes las controlan. En la historia hubo casos de sistemas nucleares que casi causan un Apocalipsis nuclear.
En Rusia hoy en día existe el llamado Sistema Perímetro —más conocido en Occidente como Dead Hand o Mano muerta—. De manera semiautomática lanza un ataque contra el enemigo si el territorio del país euroasiático corre el peligro de ser destruido por un arma atómica y la gente al mando de las armas atómicas rusas no responde. A lo largo de muchos años el sistema ha demostrado su efectividad, ya que no hubo ni un incidente de falsa alarma.
Otro problema importante es la posibilidad de que las armas nucleares acaben en las manos equivocadas. Cuando la URSS se disolvió una parte del arsenal nuclear se quedó en los territorios de algunas de las repúblicas del antiguo país comunista, entre ellas, Ucrania. Kiev entregó sus armas nucleares a Rusia, pero después de la crisis política en Ucrania y la incorporación de Crimea a la Federación de Rusia en 2014 sonaron voces que lamentaron la falta de armas atómicas en el país.
Evidentemente es una noticia muy buena que los países políticamente inestables no tengan armas de destrucción masiva. Pero también existe la posibilidad de que una organización terrorista se haga con una bomba sucia —también conocida como bomba radiológica— que se pueda detonar en una ciudad grande. En este sentido, es importante que los países que poseen material nuclear gocen de estabilidad y que cuiden dicho arsenal para que no acabe en manos de radicales.
En general, es extremadamente improbable que los países que poseen armas nucleares renuncien a ellas. Esto se debe a la falta de una herramienta efectiva que prevenga los conflictos armados entre grandes potencias. Por eso hoy la única solución lógica para mantener el equilibrio es la disuasión nuclear. La conclusión es muy simple: las armas atómicas son muy necesarias.
Solo un país en toda la historia creó armas nucleares y luego renunció a ellas: Sudáfrica. Dada la situación turbulenta que vive el mundo hoy, los demás miembros del club nuclear seguramente no seguirán su ejemplo a corto plazo.