"Necesitamos información clasificada. Es esencial para destapar acciones indebidas e informar al público. No hay otra alternativa realista y efectiva", declaró el periodista y autor neozelandés Nicholas Hager en testimonio jurado. El reportero de investigación compareció por conexión audiovisual, como testigo de la defensa, en la octava vista pública de esta etapa del juicio de extradición, que se desarrolla en la Corte Criminal Central de Londres.
Impacto mundial
Hager resaltó la importancia del vídeo Collateral Murder (Asesinato colateral), que WikiLeaks divulgó en 2010. Grabado desde un helicóptero Apache, con imágenes y sonido en directo, documenta el tiroteo indiscriminado de civiles iraquíes, incluidos dos niños y dos periodistas de Reuters, desde posiciones estadounidenses.
El vídeo abrió la senda de sucesivas filtraciones y publicaciones, en el pionero portal digital y en medios de comunicación tradicionales, de documentos secretos de la Defensa y la Diplomacia estadounidenses. Unos desvelan aparentes abusos de poder y violación de los derechos humanos de combatientes y civiles, otros iluminan tramas de Washington en sus relaciones internacionales y, en su conjunto, conforman un caudal de "información que ha impactado en todo el mundo", según argumentó Hager.
'No puedo respirar'
En un momento de la grabación de Collateral Murder se escucha una voz diciendo "mirad a ese bastardo", mientras adultos y menores caen al suelo o corren desesperados tratando de escapar del incesante ataque aéreo sobre un barrio de Bagdad. "Esa frase es el equivalente al 'No puedo respirar' que pronunció George Floyd antes de morir. Tuvo un efecto igualmente profundo en el público", señaló el periodista en referencia al afroamericano, cuya muerte en manos de la Policía de Minneapolis propulsó acciones en solidaridad con el movimiento Black Lives Matter (La vida de los negros importa) en distintos países.
Washington reclama a Londres la entrega del fundador de WikiLeaks por un cargo de conspiración para acceder a sistemas informáticos gubernamentales y por 17 violaciones de la ley de Espionaje por la presunta obtención y difusión de información confidencial. Pero el alcance real de la imputación, además del móvil político del proceso, son motivo de disputa desde que comenzó esta segunda parte del juicio de extradición, el 7 de septiembre.
Sin censura
Tres de los 17 supuestos delitos de espionaje se refieren a la publicación de documentos que desvelaron la identidad de colaboradores de EEUU y sus países aliados, según alega el abogado fiscal. Es el argumento que Lewis contrapone a los testigos y que blandió este 18 de septiembre en un frustrado intento para impedir que retumbara en la sala del tribunal londinense el eco de Collateral Murder y la experiencia de un alemán de origen libanés, Kahled El Masri, que fue "secuestrado y torturado" por agentes de la CIA.
No era la primera vez que le llamaba al orden. Desde su posición dentro del cubículo acristalado, con dos guardas a cada lado de su silla, el fundador australiano de WikiLeaks ha estallado en ira ante alegaciones del fiscal de que puso en peligro a confidentes de EEUU publicando cables sin editar sus nombres.
Secuestro y tortura
La conexión en esta instancia, puntualizó al ser interrumpido por la magistrada, es la revelación, en el alijo documental de WikiLeaks, de la presión que la administración estadounidense ejerció sobre el Gobierno alemán para impedir la emisión en EEUU de una orden de detención de los agentes de la CIA sospechosos del secuestro y tortura del nacional de su país.