Según Lukashenko, estos "agresores" son Polonia, Lituania, Chequia y Ucrania. El líder bielorruso opina que usan "el clásico libro de texto estadounidenses de las revoluciones de color" para organizar las multitudinarias manifestaciones en el país eslavo.
Es más, el presidente de Bielorrusia acusó a estos cuatro países europeos de planear dichas protestas durante los últimos 10 años, a las que se refirió como "un escenario de destrucción de nuestro país". "Afortunadamente, no hemos permitido ni vamos a permitir que tenga lugar", añadió Lukashenko.
Tanto Polonia como Lituania, Chequia y Ucrania atentan "contra la soberanía e incluso contra la integridad territorial" de Bielorrusia, apunta Lukashenko, quien añadió, además, que "siembran discordia" entre la élite bielorrusa.
El guion venezolano
Según Lukashenko, Occidente aplica la misma táctica para desestabilizar la situación en Bielorrusia como en Venezuela y Siria.
"Empezaron a desestabilizar a Bielorrusia de una manera nueva, centrándose en un sólido electorado presidencial: residentes de las regiones, trabajadores, empleados del sector público, jubilados; por cierto, intentaron usar esa táctica en Siria y Venezuela", dijo Lukashenko citado por la agencia Belta.
El mandatario bielorruso agregó que "los intentos fallidos de las revoluciones de color de 2006 y 2010 [en la república] cambiaron los métodos de influir en Bielorrusia".
En marzo de 2006, Bielorrusia vivió la llamada "revolución de los pantalones vaqueros" después de una nueva victoria de Lukashenko —que permanece en el poder desde 1994— en las presidenciales. La oposición organizó protestas masivas que duraron una semana y terminaron con las detenciones de cientos de personas.
Unas nuevas acciones de protesta en contra de los resultados de las presidenciales, que también otorgaron el mandato a Lukashenko, comenzaron en Minsk el 19 de diciembre de 2010, continuaron varios días y fueron dispersadas por las fuerzas del orden bielorrusas.
Las protestas continuaron en varias ciudades del país hasta finales de octubre del mismo año, a pesar de que el 9 de marzo el decreto fue congelado por un año.
La actual ola de protestas se desencadenó en Bielorrusia tras las presidenciales del 9 de agosto, en las cuales, según el recuento oficial, Lukashenko obtuvo el 80,1% de los votos, seguido de la opositora Svetlana Tijanóvskaya, con el 10,12% de los apoyos.
Tras el cierre de las mesas electorales, miles de personas salieron a las calles de Minsk y otras ciudades para expresar su descontento con la victoria de Lukashenko. Decenas de manifestantes resultaron heridos y detenidos.