Juan Manuel Clucellas, residente de Rosario, ciudad a 300 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, es uno de los dueños de la empresa de armas 'La Escondida', que tiene varias sedes en Argentina. Manejaba rumbo a su casa desde el norte de la provincia de Entre Ríos, que limita al este con Rosario, cuando en un puesto caminero los policías procedieron a revisar el vehículo, pero algo no les convenció.
"¿Qué lleva en el baúl?", le preguntó uno de los oficiales. "Si vos conocés, llevo un ciervo axis", contestó Clucellas. El oficial decidió asegurarse y abrió el maletero. Dentro, un hombre de 1,90 metros y unos 150 kilos de peso.
La pareja de Melnyk, Romina G., argentina oriunda de Rosario, explicó que el ucraniano entró de forma ilegal al país ya que las fronteras están cerradas. "Lo hizo porque quería estar conmigo, porque yo estaba por dar a luz. Yo entiendo que todo parece una película, pero es cierto que Viktor quería llegar para conocer a su hija", expresó al diario La Nación.
Lo que aún no está claro
La identidad verdadera de Melnyk está siendo investigada. Cuando cruzó la frontera de Paraguay hacia Argentina le dijo a la Policía que iba rumbo a Rosario para asistir al paso de su esposa, que había llegado desde España antes que él.
Sin embargo, las autoridades sospechan del rol de Clucellas en el caso. Según explicó a la Policía, el argentino vio a Melnyk haciendo dedo en la ruta y decidió levantarlo. Aun así, entre sus declaraciones, hubo puntos extraños, como el hecho de que el Corsa que manejaba no estuviera a su nombre. El argentino explicó que había ido a pescar en su camioneta y que, como se rompió, un amigo le había prestado el auto.
"Para no venir solo, yo venía en el Corsita, le dije que suba", señaló sobre Melnyk. Actualmente, Clucellas está en libertad, pero imputado por la violación de la cuarentena y por un delito migratorio: facilitar la entrada o traslado de un extranjero que ha ingresado ilegalmente, con pena que varía de uno a seis años de cárcel.