La pandemia de COVID-19 ha dado más tiempo en casa a muchos, especialmente a aquellos que cumplen cuarentena obligatoria. Pese a que muchos servicios quedaron suspendidos, como los shoppings, peluquerías y gimnasios, otras actividades fueron la salvación para atravesar el confinamiento en el hogar.
Son varios los que optan por aprender nuevos idiomas o a tocar un instrumento. En ese contexto, el lenguaje de señas, que ya venía tomando protagonismo durante los últimos años, ha alcanzado su auge durante la pandemia.
En Argentina, país en el que rige una cuarentena obligatoria desde mitades de marzo, se triplicó la demanda a cursos de lengua de señas de 2016 a la fecha. "Hace 20 años que trabajo en esto y el interés de los últimos tiempos es muy notorio: creció muchísimo. Y la pandemia, que permitió estudiar desde las casas, terminó de acelerar el boom", dijo al diario argentino Clarín la docente Romina Aza.
El Honorable Concejo Deliberante de Colón, Buenos Aires, presentó un proyecto de ordenanza para el Departamento Ejecutivo Municipal que plantea la obligatoriedad de prestar el servicio de intérprete del Lenguaje de Señas Argentino, en los actos protocolares y públicos del municipio.
En México, por otra parte, el Congreso del estado de México incorporó desde el 5 de septiembre la traducción a lengua de señas en las transmisiones de sus sesiones plenarias.
El interés por la lengua de señas llegó también al desarrollo tecnológico durante la pandemia. Un equipo de científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Estados Unidos, desarrolló unos guantes que permiten traducir las señales del hablante de lengua de señas a palabras orales a través de una aplicación de Smartphone.
"Nuestra esperanza es que esto abra una manera fácil para que las personas que usan el lenguaje de señas se comuniquen directamente con los no firmantes sin necesidad de que alguien más les traduzca. Además, esperamos que pueda ayudar a más personas a aprender el lenguaje de señas", dijo en un comunicado de la UCLA el profesor asistente de bioingeniería de la Escuela de Ingeniería Samueli Jun Chen, autor principal de la investigación.