El político encabeza la Unión Social Cristiana que forma parte de la alianza centrista-conservadora CDU/CSU, que postuló a Angela Merkel para el cargo de canciller federal.
"Ayer [2 de septiembre] se recibieron malas noticias… En lo que respecta a Nord Stream 2 es un proyecto comercial que no guarda relación con lo otro, pero a la luz de nuevas circunstancias el proyecto ya no puede presentarse en un contexto positivo", dijo Söder en declaraciones a la televisión N24.
"Acojo con escepticismo el cuestionar un proyecto de esta magnitud en la fase actual de nuestro conocimiento de la situación", dijo Kubicki en una entrevista con la emisora de radio Deutschlandfunk.
Al mismo tiempo, no descartó sanciones económicas contra Moscú, si se prueba la implicación de las autoridades rusas en lo ocurrido con Navalni.
"No quiero creer que [el presidente ruso] Vladímir Putin y el Gobierno estén detrás de este intento de asesinato" pero "hay fuerzas en la administración rusa que tienen vida propia", concluyó.
El 2 de septiembre, el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, informó que los análisis toxicológicos realizados por un laboratorio de las Fuerzas Armadas de Alemania muestran que el opositor ruso Alexéi Navalni, que actualmente recibe tratamiento en el hospital universitario Charité-Universitätsmedizin de Berlín, fue envenenado con una sustancia de la familia Novichok.
También dijo que Rusia está interesada en una amplia cooperación con Alemania para aclarar la situación en torno al opositor ruso.
La canciller alemana, Angela Merkel, había comentado que el gasoducto Nord Stream 2 debe ser terminado y que no se debe relacionarlo con el caso Navalni.
La construcción del gasoducto Nord Stream 2, concebido para diversificar las rutas del suministro del gas ruso a Europa y elevar la seguridad energética, fue suspendida en diciembre de 2019 después de que Washington amenazara con sanciones a la empresa suiza Allseas que realizaba las obras.
Se oponen al nuevo gasoducto Estados Unidos, que busca vender a Europa el GNL de sus yacimientos de esquisto, y algunos países europeos como Polonia, Letonia y Lituania.
También Ucrania, que teme perder sus ingresos por el tránsito del gas ruso, está en contra del proyecto.
