Pocos frutos han logrado cosechar tanta fama en los últimos tiempos como el aguacate, el avocado o la palta, su denominación según la zona en que se lo consume. Pero además de fanáticos, el aguacate esconde cientos de historias que suelen ser consumidas con tanta pasión como sus preparaciones.
Sin embargo, las particularidades de su difusión por el continente americano presentan algunas anécdotas interesantes. La primera es la importancia que en la domesticación del aguacate tuvieron las civilizaciones precolombinas como los aztecas, quienes dieron al fruto el nombre de aocatl, primero, y ahuacatl, después, propiciando el origen del término actual aguacate.
La razón por la que en el sur de América se conoce al aguacate como palta también guarda relación con la forma en que se diseminó por Sudamérica. En este papel fue clave el imperio Inca, que tomó el fruto luego de conquistar a la etnia de los paltas en la actual provincia de Loja, al sur de Ecuador. Los incas trasladaron la nueva palta desde Ecuador hacia Cuzco, comenzando así la conquista hacia el sur de este nuevo fruto.
Le seguirían los españoles, que durante la conquista del territorio americano habrían trasladado semillas del aguacate más hacia el sur, llegando finalmente a territorio chileno. En su trabajo Historia y desarrollo del palto en Chile publicado por el ingeniero agrónomo e investigador de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica de Valparaíso, Francisco Gardiazabal Irazabal, plantea la hipótesis de que los europeos introdujeron el aguacate a Chile en el siglo XVII.
Desconcertados por el color, los habitantes de territorios chilenos de la zona de Valparaíso —donde se habían introducido con fuerza— descartaban estos aguacates oscuros, pensando que estaban en mal estado. Era común, consigna Gardiazabal, que terminaran siendo alimento de los cerdos. Todo cambió cuando algún valiente intentó probar el sabor de estos aguacates oscuros y descubrió que eran tan ricos como los verdes. Al tiempo, repasa el ingeniero agrónomo, los chilenos ya solo querían aguacates de color negro y ya no los verdes. En la actualidad, la diferencia de gusto por variedades de color verde o negro todavía se mantiene y caracteriza el perfil de consumidores de diferentes países.