Asimismo, la inmunóloga afirmó que las críticas a la vacuna rusa son politizadas y a menudo se deben a la incomprensión de cómo trabajan los expertos rusos.
"Lo primero que se debe decir a los científicos y los médicos rusos es '¡bravo!', su vacuna despierta mucho respeto. Como médica y como científica pienso que ellos crearon una cosa magnífica marcando un gran avance en la ciencia", señaló.
Tal vacuna puede formar una respuesta inmune más estable que la creada en la Universidad de Oxford a partir del adenovirus de chimpancé, sostiene la experta.
Las críticas a la vacuna rusa provienen de la incomprensión de cómo trabajan los científicos en Rusia y de que la falta de publicaciones en prestigiosas revistas científicas es una tradición de la ciencia rusa, señala Stepenskaya, quien dirige un proyecto ruso-israelí en el Centro de Innovación de Skólkovo.
"Que yo sepa, la mayoría de las personas que critican la vacuna rusa no han leído lo que se publicó en la prensa rusa desde los puntos de vista médico y científico", dijo y al recordar que el preparado se desarrolló en el Instituto Gamaleya señaló que allí trabajan unos científicos super profesionales.
La inmunóloga reveló que no sentiría ningún temor de aplicarse la vacuna rusa y que el centro Hadassah donde ella trabaja ya se dirigió al Fondo Ruso de Inversión Directa (RFPI, por sus siglas en ruso) ofreciéndose para participar en las pruebas clínicas de esta vacuna.
La semana pasada, el Ministerio de Salud Pública de Rusia anunció el registro de la primera vacuna contra el COVID-19 en el mundo. La vacuna de dos vectores, basada en adenovirus humano, fue diseñada por el Centro ruso de Epidemiología y Microbiología Gamaleya en cooperación con el RFPI. El nombre comercial del fármaco es Sputnik V.
El titular de Salud Pública de Rusia, Mijaíl Murashko, comunicó que la vacuna se fabricará sobre dos bases: el Centro Gamaleya y la planta Binnopharm.