Diversos expertos señalan que, si bien no es una fuente directa de contagio, un fumador infectado con el virus SARS-CoV-2 puede expulsar microgotas transportadoras del virus al exhalar el humo de cigarro.
Una señal de cercanía con un fumador es detectar el olor del humo que exhala. En ese proceso también pueden expulsarse microgotas de saliva similares a las que se expelen al hablar, toser o estornudar. Todas ellas son consideradas como principal medio de transmisión del SARS-CoV-2 entre los humanos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el humo de tabaco contiene aproximadamente 4.000 productos químicos, de los cuales al menos 250 son nocivos para la salud, y unos 50 tienen incidencia directa en los padecimientos de cáncer en el ser humano.
La entidad internacional también ha resaltado que los fumadores tienen más probabilidades de desarrollar síntomas graves en caso de contagiarse COVID-19, en comparación con los no fumadores.
Por ello, a pesar de que algunas fuentes han difundido la idea de que el consumo de tabaco y nicotina podría reducir el riesgo de padecer COVID-19, la OMS advierte que no hay información suficiente para confirmar ningún vínculo entre estas sustancias y la prevención o tratamiento de los pacientes con esta enfermedad.