"El incendio en la capilla de la Sangre de Cristo no fue intencional, descartándose acción criminal", concluye el informe presentado por el comisionado general de la Policía, Jaime Vanegas, reseñado por el portal informativo gubernamental 19 Digital.
Tras el incendio del 31 de julio, la Conferencia Episcopal de Nicaragua refirió en nota oficial que un desconocido lanzó una bomba artesanal en el recinto, versión reproducida por medios críticos al Gobierno del presidente Daniel Ortega.
Vanegas explicó que fue realizado un peritaje Avexi (Averías, Explosivos e Incendios) el cual descartó un eventual cortocircuito o que el incendio fuera fruto por explosión, pues ni se encontraron restos de algún artefacto industrial o artesanal, o de cócteles molotov.
Las dos únicas personas presentes en la capilla, el septuagenario Manuel Salvador Bravo y la vendedora de velas Xiomara Castro, negaron en su declaración que hubiera ocurrido alguna explosión en el lugar, poco ventilado y extremadamente caluroso.
El comunicador oficialista Moisés Pastora estimó en su programa Detalles del Momento que las raras circunstancias en que ocurrió el incendio reafirman la tesis de una campaña mediática montada contra el Gobierno de Nicaragua.
"Resulta interesante que el incendio ocurriera el mismo día en que salió a luz un documento que devela un plan tramado en Estados Unidos con tres opciones para insistir en un golpe de estado contra el gobierno de Nicaragua", agregó Pastora.
La Conferencia Episcopal, dura crítica del Gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda), calificó el incendio como "un acto de sacrilegio y profanación totalmente condenable", y la oposición y medios afines se hicieron eco.