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CC BY 4.0 / Itaú Cultural / Navio negreiro - Rugendas 1830Navío negrero, cuadro del pintor alemán Johann Moritz Rugendas de 1830 que retrata las condiciones con las que se llevaba a los esclavos de África a las colonias de América
Los científicos de la compañía 23andMe han intentado reconstruir la imagen del pasado americano, utilizando el ADN de más de 50.000 personas de América, Europa occidental y la costa atlántica de África. Resultó que este método no es peor que los documentos históricos y revela dónde está la verdadera madre patria de los afroamericanos.
Los historiadores creen que el comercio transatlántico de esclavos, que trajo a más de 12 millones de esclavos de África a varios países del llamado Nuevo Mundo, comenzó en 1518 cuando el rey español Carlos V emitió un decreto que permitía al virrey de Nueva España usar esclavos de África para trabajar en minas y plantaciones.
Posteriormente, prácticamente todas las colonias europeas y Estados independientes que aparecieron en el Nuevo Mundo más tarde comenzaron a participar en el comercio intercontinental de esclavos. Esto terminó solo a mediados del siglo XIX, después de que se prohibiera la importación de esclavos a Brasil, y también gracias a los esfuerzos coordinados de Francia y el Reino Unido, cuyos buques hundían sistemáticamente los barcos de los comerciantes que transportaban esclavos negros de las costas occidentales de África.
Un nuevo estudio genético ha demostrado que muchos más afroamericanos son de ascendencia nigeriana de lo que muestran hoy los registros históricos. Como explican los científicos de 23andMe, se trata de las rutas de la trata, que no siempre conectaban directamente los territorios de Nigeria y EEUU actuales. A menudo, los esclavos de Nigeria eran llevados primero al Caribe, y de allí a América continental, lo que es difícil de rastrear únicamente a través de los registros portuarios, como lo habían hecho los historiadores antes.
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Pero en América Latina, los esclavos fueron traídos principalmente del África occidental central, la actual Senegal, Gambia y los territorios del golfo de Benín, lo que también fue confirmado por nuevos datos genéticos. Sin embargo, el genoma de senegaleses y gambianos prácticamente no se observa en el ADN de los afroamericanos modernos de América Latina: los investigadores explicaron esto por el hecho de que las personas de estas regiones generalmente se usaban en arrozales, donde morían muy rápidamente de malaria y simplemente no tuvieron tiempo para tener hijos.
Los científicos también han descubierto que aunque los traficantes de esclavos intentaron exportar y vender principalmente esclavos varones, las mujeres hicieron la mayor contribución al código genético negro. En Estados Unidos y algunas partes de las antiguas colonias caribeñas del Reino Unido, la influencia de las mujeres en su acervo genético es una vez y media o incluso dos veces mayor que la de los hombres, en América Latina y América Central es de 13 a 17 veces. El hecho es que los esclavos hombres a menudo morían jóvenes por el trabajo duro y enfermedades, mientras que las mujeres africanas fueron obligadas por sus propietarios a dar una descendencia abundante para "reproducir" la nueva fuerza laboral.
Los resultados del estudio fueron publicados por la revista científica American Journal of Human Genetics.
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