La noticia se hacía esperar, el Gobierno dio luz verde a la construcción de un nuevo Buque de Acción Marítima de Intervención Subacuática (BAM IS) para la Armada española en el astillero gaditano de Puerto Real. El Ministerio de Hacienda lo confirmaba el martes 28 de julio, se trata de una operación sustancial cuyo presupuesto asciende a 200 millones de euros. De ellos, 167 corresponden a los trabajos de Navantia, y el resto a la compra de equipos de exploración submarina y revisiones, teniendo en cuenta que el BAM IS se destina al rescate de submarinos.
El nuevo encargo, ya estaba contemplado en el Plan Estratégico de diciembre de 2018, consensuado por Navantia, las seis fuerzas sindicales que representan a la masa laboral y la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), pero no había habido noticia alguna al respecto al BAM IS desde hace más de un año. El Plan Estratégico, que marcaba una hoja de ruta para la renovación industrial, constaba de tres ejes: uno comercial (civil y militar), otro de eficiencia con equipamientos modernizados y el último —el que más se está llevando a cabo—, el de rejuvenecimiento de la plantilla mediante prejubilaciones.
"No entendemos porqué tenemos que aguantar estos parones, somos una industria que viene y va, tenemos dientes de sierra, ahora nos queda un periodo sin actividad en el que perderemos trabajadores que emigran, certificaciones de calidad y en definitiva, poder estratégico", declara a Sputnik Jesús Serrano, Secretario provincia de industria de CCOO.
Necesidad urgente de empleo
En la Bahía de Cádiz, hablar de encargos a los astilleros es hablar del principal aliviadero para el desempleo. El BAM para el Ejército nacional genera puestos de trabajo, supondrá 1,3 millones de horas de carga de trabajo durante tres años y medio, y se calcula que se crearán más de 1.100 empleos anuales, entre directos, indirectos e inducidos.
Para el sector, sin embargo, la llegada del buque no es suficiente. El comité de empresa y los sindicatos llevan semanas alertando de que el trabajo está desapareciendo, afectando ya a las industrias auxiliares y lo que es más grave, para el próximo otoño calculan que unas mil personas podrían perder sus puestos de trabajo.
Denuncian los trabajadores el incumplimiento de los tiempos de contratación de nuevos proyectos establecidos en el Plan Industrial, de hecho, desde julio de 2019, cuando se votó el último de los petroleros SuezMax contratados en 2015 no había grandes noticias desde Puerto Real. Por otro lado, se prevé que los tres proyectos eólicos que en estos momentos se desarrollan concluirán gradualmente antes de otoño, por todo ello, se venía esperando largamente la llegada del BAM.
"La llegada del BAM hay que cogerla con pinzas, ahora hay que esperar, no hay fecha cerradas, ahora hay que desarrollar la ingeniería, comprar el material, ahí va a haber un impás entre la actividad presente y el buque que ya se hacía esperar", relata Jesús Serrano.
Actualmente, el principal encargo del sector son los contratos de torres eólicas y las corbetas de saudíes, pero antes de noviembre, esos trabajos habrán concluido.
La manifestación del día 29 venía precedida, además, de malos augurios. Fue en mayo cuando desde el Parlamento, a pregunta del PP, el Gobierno no confirmó la licitación de nuevas construcciones para el ejército, como venía contemplando en el Plan Industrial o Plan Estratégico de Navantia. Los BAM y ferrys de transporte militar se esfumaban, pero ahora, todo parece indicar que la ausencia de actividad turística y la pandemia ponen en prioridad máxima la reactivación del empleo y la economía desde los astilleros.
Un buque no es suficiente
Las demandas del colectivo de astilleros de Puerto Real no se centran solo en la confección de naves militares, los manifestantes apuntaban a la necesidad de diversificar creando embarcaciones civiles y plataformas marinas eólicas. "Lo principal es armonizar los dientes de sierra de esta industria, evitar estos parones que desarticulan al sector y para ello, la prioridad futura debería ser la industria eólica", explica Serrano, "ahora solo hacemos los jackets de las torres eólicas, eso es lo más básico, necesitamos desarrollar más tecnología".
I🇮🇹🇲🇫🇪🇦🇬🇷🚢 Italia, Francia, Grecia y España tienen previsto fabricar un moderno buque de combate y escolta de capacidad reducida con un desplazamiento de 3.000 toneladas, una eslora de hasta 110 metros y un calado de cinco 📎 📹 👇 https://t.co/uSg4hYGSBQ
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) June 3, 2020
Por su parte, desde la manifestación la Presidenta del Comité de empresa de Navantia, Margartita Forné, confesaba que "queremos ser optimistas, queremos tomarlo como algo bueno, [la confirmación de la construcción del BAM] pero no es suficiente", lamentaba la primera mujer en dirigir el sindicato de la Bahía de Cádiz, integrando los astilleros de Puerto real, San Fernando y Cádiz.
"Necesitamos que se cumpla el Plan Industrial y que se realicen más inversiones en nuestros astilleros, necesitamos carga de trabajo porque la industria es la que ahora mismo posibilita que la economía salga a flote", valoró Forné.
Un astillero con las manos atadas
Pero un mero repaso por la hemeroteca evidencia que no entran suficientes encargos a los astilleros. Pérdida de oportunidades con la marina australiana o la canadiense en 2018 y sobre todo, el golpe de esta primavera, cuando Trump derivó a la italiana Fincatieri la construcción de 12 fragatas para la US–Navy. En todos estos casos, las relaciones internacionales han jugado una mala pasada, el Brexit y las tiranteces con Trump y el Gobierno español lastran ahora la actividad de la Bahía.
Gigante con pies de barro
Y aunque Navantia sea un valor seguro, es también el talón de Aquiles para una región de paro endémico. Cádiz es tristemente reconocida en Europa por su paro juvenil. Aunque los últimos datos de la EPA la instalan en una extraña luna de miel. Las anomalías de la pandemia, por raro que parezca, favorecen cosméticamente los datos de un paro que tiene en la provincia 21.800 parados menos. En cualquier caso, esta reducción se debe a que muchos desempleados son ahora registrados como inactivos y los ERTES no computan como parados… por el momento. Ya llegará el golpe, porque otros síntomas no son nada halagüeños: la población activa en Cádiz ha caído en tres meses en 26.000 personas y la población inactiva supera ya el medio millón.