En la jornada del 29 de julio el balance diario oficial comunicó el diagnóstico de 1.153 nuevos casos en las 24 horas anteriores, una cifra que no se alcanzaba desde el 1 de mayo. Solo un día después, este 30 de julio, los diagnósticos crecen hasta 1.229, cifra inédita desde el 31 de abril.
Cada día que pasa hay que remontarse más atrás en el calendario para encontrar cifras de contagios que igualen a las nuevas, pero eso no implica que la situación actual sea igual de grave que entonces.
"Estamos en un escenario distinto a los meses de marzo y abril (…) Si se toman estos datos en conjunto de forma cualitativa, y no solo el número de casos, el escenario es distinto", dijo este 30 de julio en sede parlamentaria el ministro de Sanidad, Salvador Illa.
La media de edad de los contagiados bajó desde los 63 años que se registraba en los meses de marzo y abril hasta unos 45 años, cifra que en las últimas cinco semanas cae incluso a los 40 años.
Además, el 60% de los casos que se están reportando son asintomáticos, lo que unido al perfil más joven de los contagiados se traduce en una menor presión hospitalaria, algo que dibuja un escenario totalmente distinto al colapso sanitario de los meses anteriores.
Menos muertes
Más allá de esta maraña de cifras, la diferencia más importante entre lo que está ocurriendo ahora y lo que pasó en abril es que el virus no se cobra cientos de vidas cada día.
Ahora, en cambio, la cifra de fallecidos es de 10 personas en total en los últimos siete días.
El director del Centro de Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, destacó en rueda de prensa que la letalidad es mucho menor ahora.
"Entre los meses de marzo y abril la letalidad oscilaba semanalmente entre el 11 y el 15%, mientras que ahora, en las últimas cuatro semanas, han estado siempre por debajo del 2% y en las últimas dos es del 0,6 y el 0,4%", explicó el principal asesor del Gobierno español en la gestión de la pandemia.
Sin tregua
Pese a que la situación no es tan grave como en los meses anteriores, el aumento de los contagios es, no obstante, un importante recordatorio de que el virus no da tregua incluso cuando la situación parecía estar más controlada.
España tiene actualmente una incidencia acumulada de 54,05 casos de COVID-19 por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días. Hace una semana este dato se situaba en 34,90 y hace dos en 17.6, lo que da cuenta del vertiginoso ascenso de los contagios.
Además, el hecho de que el perfil de los contagiados sea más joven no implica que no estemos ante un importante problema de salud pública. "Que entre los jóvenes sea menos frecuente no quiere decir que no haya cuadros graves", subrayó Simón.
Por ello, distintos territorios del país implementan cada día nuevas medidas de seguridad —por ejemplo Madrid prohíbe desde este 30 de julio que bares y discotecas abran más allá de las 01.30— y las autoridades sanitarias siguen insistiendo en pedir que la población extreme el cuidado.
Otra forma de relacionarse
Estos llamamientos piden, sobre todo, no relajarse en espacios sociales y familiares. España tiene 483 brotes de COVID-19 activos, siendo el ámbito social (un 34%) el que más de esos focos concentra, por delante incluso del laboral (24%).
En ese sentido, Illa insistió en la recomendación de "las tres emes":
- mantener la distancia interpersonal;
- lavar manos;
- usar mascarilla.
Incluso cuando se esté entre seres queridos, que es precisamente cuando la gente tiende a relajarse más.
Mientras los españoles aprenden a relacionarse extremando el cuidado, la cifra de contagios sigue creciendo, y aunque la situación no es tan grave como a principios de mayo, la factura de 285.430 casos positivos y 28.443 muertes que deja la crisis sanitaria en el país debería ser suficiente aliciente para nadie —y menos aún las autoridades— tomen en vano al virus.