"Recomendamos impedir sistemáticamente la proliferación de cultivos excedentarios de coca en los parques nacionales donde ya se observa una degradación significativa del medio ambiente", dijo el representante de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC por su sigla en inglés), Thierry Rostan.
Rostan remarcó que la protección de las reservas naturales debería ser parte de un plan global de aumento del control para evitar una mayor expansión de la coca en Bolivia.
Señaló que los cocales bolivianos, que habían experimentado una fuerte reducción durante el Gobierno de Evo Morales en la primera mitad de la pasada década, para llegar al mínimo de 20.200 hectáreas en 2015, han aumentado en los últimos cinco años.
El monitoreo reveló que los cultivos de coca pasaron de 23.100 hectáreas en 2018 a 25.500 hectáreas en 2019, es decir un aumento de 2.400 hectáreas o 10%.
"Este resultado se explica por la reducción de la superficie de coca racionalizada y erradicada debido a los conflictos sociopolíticos de octubre y noviembre pasados y a que el autocontrol de los productores de coca parecería haber perdido relevancia", sentenció.
El informe estimó que Bolivia tuvo en 2019 una capacidad potencial de producción de entre 37.000 y 46.100 toneladas métricas de hojas de coca secadas al sol, como se comercializan regularmente, con un valor estimado en el mercado local de entre 432 y 534 millones de dólares.
Dos terceras partes de los cultivos de coca estaban en la zona tradicional del trópico del departamento de La Paz.
El representante de la UNODC expresó preocupación especialmente por el aumento de los cocales en parques nacionales, destacando la situación de las reservas Isiboro-Sécure y Carrasco, próximas a Chapare, donde subieron de 1.450 hectáreas a 1.843 hectáreas entre 2018 y 2019.
La UNODC está muy preocupada por el incremento del cultivo de coca en las áreas protegidas, que estaría ocasionando un daño grave a los ecosistemas, con deforestación y degradación de suelos, dijo Rostán.