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La pandemia, un jarro de agua fría para los países ricos

© AP Photo / John MinchilloCoches de ambulancia en EEUU
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MOSCÚ (Sputnik) — El coronavirus expuso la debilidad de los países desarrollados para hacer frente a pandemias, consideradas como algo propio de naciones en vías de desarrollo, donde las carencias suponen un terreno fértil en el que las enfermedades se propagan con facilidad y rapidez.

Los epidemiólogos siempre han considerado que la riqueza de un país era la mejor barrera contra la propagación de enfermedades contagiosas, y la calidad de vida, tener una vivienda, buenos alimentos, agua y asistencia sanitaria, la medicina más efectiva contra todo tipo de amenazas biológicas.

Pero si algo ha mostrado la crisis sanitaria que llevamos más de medio año enfrentando es que la confianza mostrada desde un primer momento es el peor enemigo de las medidas necesarias para resolver una amenaza de carácter biológico.

Cambio de tornas

Los países ricos llevan mucho tiempo acostumbrados a ofrecer ayuda a países donde enfermedades como el ébola, la malaria y el sida hacen estragos, sin embargo, con el nuevo coronavirus todo cambió y los países más desarrollados se vieron en el ojo del huracán de una epidemia de proporciones apocalípticas: primero Europa y más tarde EEUU, la nación más rica y poderosa del mundo.

​Estos países pasaron de ser emisores de ayuda a receptores, como mostraron los envíos de materiales médicos a EEUU por parte de Rusia o a Europa por parte de China. Esta última, la primera afectada por la pandemia, lanzó su diplomacia de las mascarillas que permitió el envío de millones de cubrebocas a Italia, España, Bélgica, Francia y muchos otros países europeos.

Exceso de confianza

Posiblemente el exceso de confianza mostrado tanto por EEUU como por los países europeos venga explicado por la última epidemia de gripe A (H1N1), un virus que en comparación con el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 era más difícil de transmitir. Una persona con gripe A pudo transmitir la enfermedad a una persona, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero con el nuevo coronavirus puede transmitirla a tres.

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Además, en el 80% de los contagios con SARS-CoV-2 los infectados tienen síntomas leves o son directamente asintomáticos, lo que hace muy complicada su detección. Por este último motivo se sospecha que las estadísticas están subestimadas: hay muchos más casos de los que se registran.

La gripe A provocó alrededor de 2.800.000 casos confirmados y 284.000 muertes en todo el mundo, el nuevo coronavirus solo en EEUU generó más de 3.800.00 contagios, un 35% más que el resultado de la gripe A a nivel mundial, y las muertes por coronavirus en el mundo se sitúan en las 610.000, es decir un 53% más que las provocadas por el virus H1N1.

El punto de partida de los políticos, recordemos que básicamente todos los países desarrollados declararon desde el principio que no había peligro de pandemia y que todo estaba bajo control, resultó a todas luces erróneo.

A esto hay que sumar diez años de recortes en la sanidad, sobre todo en los países de Europa, que practicaron políticas de austeridad durante todos esos años. El resultado: las tasas de mortalidad en países desarrollados como EEUU, el Reino Unido, Francia, Italia fue hasta 30 veces más alta que en países en desarrollo como China, Rusia o Irán.

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EEUU fue quizás el país que más exceso de confianza mostró, con Trump declarando que el riesgo de propagación en el país era cero. El Reino Unido, con Boris Johnson a la cabeza, retrasó el confinamiento hasta el último momento, generando de esta manera que el ritmo de propagación en el país se disparase. Macron como resultado de su gestión de la pandemia acabó siendo el dirigente europeo más cuestionado en su país, según las encuestas internacionales. España fue puesta como ejemplo de advertencia por la OMS al declarar: "El más robusto de los sistemas sanitarios puede ser rebasado y quedar en alto riesgo por el COVID-19 en un periodo muy breve".

Todo esto refleja lo peligroso que puede llegar a ser el exceso de optimismo, de confianza e incluso de arrogancia mostrada en el hemisferio norte. Valga de lección para futuras crisis sanitarias el desastre ocasionado por una toma de decisiones lenta, ineficiente y sobrestimada sin ningún apoyo en datos médicos y científicos.

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