Según la tradición, los retratos de aquellos que fueron mandatarios del país más recientemente deben colgarse en el lugar más destacado de la mansión ejecutiva para que sean vistos por los invitados durante los eventos oficiales, detalló el medio.
Los retratos de Clinton y Bush todavía se encontraban en el lugar de honor durante la visita del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el pasado 8 de julio. Unos días más tarde, sin embargo, las pinturas fueron trasladadas al antiguo comedor de la familia, una habitación pequeña y poco utilizada a la que rara vez acuden los visitantes.
"En su ubicación anterior, las imágenes se habrían visto a diario mientras Trump baja las escaleras desde su residencia privada en el tercer piso o cuando organiza eventos en el piso estatal de la Casa Blanca. Ahora, cuelgan en un espacio utilizado principalmente para almacenar manteles y muebles no utilizados", subrayó CNN.
La Casa Blanca todavía no se ha pronunciado al respecto.
La larga tradición en la que el presidente en ejercicio recibe a su predecesor inmediato en la Casa Blanca para presentar su retrato oficial, parece, no se llevará a cabo en el mandato actual. La razón, según los medios estadounidenses, sería la amarga relación entre Donald Trump y Barack Obama.