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Uruguay y su presidente, en luna de miel con la oposición argentina

© AFP 2023 / Walter PacielloLuis Lacalle Pou, presidente de uruguay
Luis Lacalle Pou, presidente de uruguay - Sputnik Mundo
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Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, fue entrevistado por periodistas argentinos conocidos por su postura crítica al Gobierno de Alberto Fernández. Las palabras del mandatario uruguayo —acerca del manejo de la pandemia de COVID-19 y el rol del Estado— se volvieron virales y sirvieron para canalizar las demandas opositoras en Argentina.

Sin generar un enfrentamiento directo con el Gobierno de Alberto Fernández en Argentina, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, realizó una gira mediática a distancia por algunos canales de TV del país vecino. Allí marcó diferencias con su homólogo del lado opuesto del Río de la Plata y defendió su decisión de no aplicar una cuarentena estricta, por considerar que hubiera implicado una restricción extendida en el tiempo a las libertades individuales.

"El uruguayo tiene una vocación genética en la libertad. Yo no estaba dispuesto a obligar a los uruguayos a confinarse, ir rumbo a un Estado policíaco, aplicar medidas prontas de seguridad", argumentó el mandatario, en un mensaje que pareciera querer contrastar la gestión de la pandemia entre ambos países.

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En Uruguay no se estableció una cuarentena estricta, con excepción de medidas de distanciamiento durante el primer mes, pero entre sus 3,5 millones de habitantes se lograron contener los brotes de coronavirus y los contagios han sido poco más que 1.000 desde el inicio de la pandemia, con 31 fallecimientos registrados.

En Argentina se superaron los 111.000 casos confirmados de COVID-19 y se registraron más de 2.000 muertes, pero en un contexto muy diferente debido a sus 45 millones de ciudadanos, enfrentados a una gravísima crisis económica en curso y con focos en barrios populares en el Área Metropolitana de Buenos Aires, donde tanto el confinamiento como la respuesta estatal se hacen más complejos.

La estrategia del Gobierno argentino, que defiende el rol presente del Estado como garante y gestor de las crisis, fue la del aislamiento obligatorio compensado con medidas de sostén económico, que se mantiene hasta la fecha. Ha sido efectiva para evitar la saturación del sistema sanitario, pero tuvo consecuencias devastadoras en la actividad económica y un inevitable impacto en la vida privada.

"El estado natural del ser humano es la libertad. Yo soy de la teoría de que a medida que el Estado avanza, reglamenta, controla, lo que se va coartando es la libertad", dijo Lacalle Pou en una de las entrevistas.

A pesar de no querer ideologizar sus palabras, aceptó que fue decisión personal no invitar a su ceremonia de asunción en marzo de este año a los mandatarios de Venezuela, Nicaragua y Cuba, países con Gobiernos de izquierda, a los que acusó de no defender la democracia ni los derechos humanos.

Una invitación formal

"Para un segmento de los argentinos que no tienen un referente de liderazgo claro, que confió y se decepcionó mucho con el Gobierno de Mauricio Macri [2015-2019], las ideas que desarrolló Lacalle Pou son las que a ellos les gustaría haber escuchado de los dirigentes argentinos", comentó a Sputnik Sergio Berensztein, analista político argentino.

"No solamente el qué sino el cómo, la argumentación, fue muy celebrado, expuso un nivel de cultura cívica muy sofisticada para Argentina, un país con pocos valores democráticos, institucionales, apuesta al diálogo. Acá la gente se pelea, a veces de forma muy violenta, o hay diferencias ideológicas muy contrapuestas. En Uruguay hay una base, un cemento común que todas las fuerzas respetan, que es muy significativa y que se vio en los reportajes", dijo.

Las palabras del presidente uruguayo generaron un impacto inmediato en la sociedad argentina, que encendieron el debate político entre oficialistas y opositores. Los críticos con la gestión y el partido gobernante nuevamente volvieron a mirar hacia la costa oriental con atracción, luego de lo que pareciera un nuevo intento para invitar a los argentinos a mudarse a Uruguay.

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Desde antes del inicio de su mandato, en marzo de 2020, Lacalle Pou hizo pública su intención de generar que 100.000 empresarios argentinos se mudaran a Uruguay junto con sus fortunas, una declaración de intereses que generó rechazo a ambos lados del Río de la Plata.

Recientemente, facilitó las condiciones para poder establecer el domicilio fiscal para que quienes lo deseen puedan empezar a pagar sus impuestos allí, una medida que pareciera ser llamativa para las grandes fortunas argentinas, que temen probables aumentos y nuevos tributos.

"Muchas familias están mirando Uruguay como un destino donde radicarse. En Argentina ya había fuga de capitales, ahora está por haber fuga de personas en un número significativo. En Uruguay, por su cuarentena light, va a haber una caída de 3 puntos del PBI, mucho menor que el promedio mundial, eso llama positivamente mucho la atención", destacó Berensztein, doctor en ciencia política y titular de la consultora que lleva su apellido.

"Son argentinos con mucho capital humano y con patrimonio, que obviamente se van a llevar, por lo menos una parte, a un país con mayor seguridad jurídica y una carga tributaria mucho más baja. Anecdótico, pero acabo de llevar a mi perro al veterinario y él me contó que ya hizo 30 certificados para gente que se va. Un solo veterinario", narró.

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Otro ejemplo con el que se podría cuantificar la posibilidad de que esta migración suceda es un seminario en línea con desarrolladores inmobiliarios uruguayos realizado recientemente, que contó con alrededor de 500 participantes argentinos, o el crecimiento en las consultas que reciben contadores uruguayos.

Para acceder a la residencia fiscal en Uruguay, los extranjeros deben comprar una propiedad por un valor base de 375.700 dólares o realizar inversiones por 1,6 millones de dólares que generen al menos 15 puestos de trabajo, además de permanecer mínimo 60 días efectivos en el país.

Se conoce el aprecio de las clases altas argentinas por Uruguay como sitio de veraneo, entre otras cosas. La crisis económica en Argentina y las consecuencias que traerá la pospandemia, sin horizontes de mejora en el mediano plazo, podrían ser el último empujón para cruzar el charco de forma definitiva para quienes una mudanza 200 km hacia el este no implicará un desarraigo.

Algunas reacciones a las declaraciones de Lacalle Pou

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