SPUTNIK MUNDO
Soyuz-Apolo
A 45 años del apretón de manos en órbita que puso fin a la carrera espacial

Por Laís Oliveira



© Sputnik / Alexey Leonov
El 15 de julio de 1975 las naves Soyuz, de la Unión Soviética, y Apolo, de Estados Unidos, dieron inicio a una misión de acoplamiento en el espacio que cambiaría para siempre el rumbo de la exploración espacial.
El proyecto arrancó el 24 de mayo de 1972, después de que se firmara en Moscú un acuerdo entre EEUU y la URSS para "la cooperación en la exploración y el uso del espacio ultraterrestre para fines pacíficos". El acuerdo preveía, entre otras cosas, un vuelo experimental, en el que se realizaría un acoplamiento de astronaves de ambas naciones.
"En lugar de ocuparnos de la Guerra Fría, nos ocupamos de la cooperación espacial. Y déjenme recordarles que solamente un sector tuvo el vigor para hacerlo: la cosmonáutica", recuerda Víktor Blagov, director del acoplamiento Soyuz-Apolo.
Se necesitaron tres años hasta que el Proyecto de Pruebas Apolo-Soyuz se hiciera realidad. El memorable apretón de manos en el cosmos entre el cosmonauta soviético Alexéi Leónov y el astronauta estadounidense Thomas Stafford suele considerarse el punto final en la carrera espacial, iniciada en 1957 con el lanzamiento del Sputnik 1, el primer satélite artificial de la historia.
"El objetivo primario de Apolo-Soyuz era demostrar que las dos potencias espaciales podrían trabajar juntas para alcanzar un objetivo común que teóricamente podría ser para el mejoramiento de la humanidad", dijo Stafford en una entrevista en 2016.
Tripulación estelar
© Sputnik / Viktor Khomenko
Para la histórica misión, ambos países eligieron sus mejores profesionales. El lado soviético envió a Alexéi Leónov y Valeri Kubásov, ambos ya considerados héroes de la URSS en ese momento. Estados Unidos, por su parte, envió no a dos, sino a tres astronautas: Thomas Stafford, Vance Brand y Donald 'Deke' Slayton.
Alexéi Leónov
© Sputnik / Alexandr Mokletsov
Leónov pasó a la historia de la cosmonáutica diez años antes, al convertirse en el primer ser humano en realizar una caminata espacial. En 1968 fue nombrado para la tripulación principal de la misión soviética a la Luna, la cual fue abortada después del exitoso alunizaje estadounidense en 1969.
Valeri Kubásov
© Sputnik / Mikhail Kuleshov
El acoplamiento con Apolo, fue la segunda de las tres misiones espaciales en la que participó Kubásov durante su carrera de cosmonauta. Años antes, a bordo de la nave Soyuz-6, llevó a cabo la primera soldadura en órbita, juntamente con Georgui Shonin.
Thomas Stafford
© Sputnik / NASA
Elegido el comandante de la tripulación estadounidense, Stafford tenía experiencias anteriores de acoplamientos en órbita. Además, participó en el programa lunar norteamericano, llegando a orbitar nuestro satélite natural pocos meses antes de que Neil Armstrong pisara en su superficie por primera vez.
Vance Brand
© Sputnik / NASA
Un experimentado piloto de pruebas de Lockheed Martin, Brand entró en el escuadrón de astronautas de la NASA en 1966. Su primer viaje al espacio fue justamente la misión Soyuz-Apolo. Posteriormente, estuvo en órbita en otras tres ocasiones como comandante del transbordador espacial de EEUU.
Donald Slayton
© Sputnik / NASA
Luego de ser nombrado uno de los Mercury 7 —los primeros astronautas de EEUU—, en 1959, Slayton presentó problemas de salud. Recibió autorización para volar solamente a los 51 años, por lo que su participación en Soyuz-Apolo le convirtió en la persona de mayor edad en el espacio hasta aquel momento.
Atmósfera mortal
© Sputnik / Pavel Balabanov / A. Kachugin
No solo los sistemas políticos y el idioma de los dos países eran distintos. Toda la parte técnica de los dos programas espaciales era incompatible, incluso un elemento esencial a la misión: el sistema de acoplamiento.
"Los sistemas eran incompatibles. Además, eran sistemas macho-hembra: quién sería el 'macho' y quién sería la 'hembra' era un problema. Fue difícil llegar a un acuerdo. Todos quieren ser activos, todos quieren ser fuertes, todos quieren ser el 'macho'", recuerda Víktor Pávlov, ingeniero del sistema de acoplamiento Soyuz-Apolo.
La solución encontrada por los ingenieros soviéticos y estadounidenses fue desarrollar una unidad de acoplamiento completamente nueva. El APAS, siglas en ruso para el sistema de acoplamiento andrógino-periférico, se utilizó posteriormente en numerosas misiones e, incluso,en los acoplamientos con la Estación Espacial Internacional.
Otra gran dificultad técnica a la que se enfrentaron en el proyecto conjunto fue la diferencia en las atmósferas de las astronaves. A bordo de la Soyuz el aire tenía una composición cercana al aire de la Tierra, por su parte, en Apolo, respiraban una mezcla con un alto contenido de oxígeno.

Un acoplamiento en estas circunstancias haría sofocar a los estadounidenses. Para los soviéticos, el exceso de oxígeno representaba un alto peligro de incendio en su nave. La solución fue crear un compartimiento intermedio en el que los cosmonautas y los astronautas podrían aclimatarse antes de pasar a la nave vecina.
Encuentro sobre el Elba
© Sputnik / Vladimir Vdovin
Finalmente, el 15 de julio de 1975 a las 15:20 (hora de Moscú), se lanzó desde el cosmódromo de Baikonur, la nave Soyuz-19 con Leónov y Kubásov a bordo. Exactamente siete horas y media más tarde, desde Cabo Cañaveral, en Florida, partió rumbo al espacio la nave Apolo que llevaba Stafford, Brand y Slayton.
El acoplamiento ocurrió, después de algunos pequeños imprevistos, cuando las naves espaciales sobrevolaban Moscú el 17 de julio. El apretón de manos entre los comandantes de las misiones que cambió para siempre la historia de la exploración espacial se transmitió en directo y a colores. El inolvidable momento tuvo lugar unos 20 minutos después de que las astronaves se acoplaran, cuando sobrevolaban el río Elba, un local de importancia histórica en las relaciones entre las dos naciones.
"En 1945, nuestros padres se encontraron en el río Elba. Treinta años más tarde, soldados soviéticos y estadounidenses, sus hijos, se encontraron sobre el río Elba", recordó Leónov en una entrevista con Estudio Roscosmos.
El evento de 1945 mencionado por el cosmonauta soviético sucedió en los días finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados del Ejército Rojo y las tropas estadounidenses se reunieron en las orillas del río Elba, en Alemania.

El vuelo conjunto de Soyuz y Apolo duró 43 horas 54 minutos 11 segundos. El 19 de julio, las naves se separaron y tras seis minutos repitieron el proceso de acoplamiento. Después de otras casi tres horas, se despidieron definitivamente. Soyuz aterrizó con éxito el 21 de julio, Apolo lo hizo tres días más tarde.
Amistad cósmica
© Sputnik / Ilya Pitalev

Stafford presenta a su hijos rusos, Stas y Michael, a Vladímir Putin
© Sputnik / Alexey Druzhinin
La amistad entre las tripulaciones soviética y estadounidense, nacida en el marco del programa Soyuz-Apolo, duró por muchas décadas, en particular entre Leónov y Stafford.

Tras su histórico apretón de manos en el espacio, los dos viajeros espaciales se hicieron incontables visitas el uno al otro en sus respectivos países. La cercana amistad con Leónov incluso motivó Stafford a adoptar dos niños de un orfanato en Rusia, proceso en el cual recibió gran ayuda de su amigo nativo.
Además, los comandantes del Soyuz-Apolo se hicieron un doble homenaje: a uno de los nietos de Stafford lo bautizaron con el nombre de Alexéi, mientras que a una de las nietas de Leónov, por su parte, se le dio el mismo nombre de la hija de Stafford: Karina.

En octubre de 2019, pese a su frágil salud y avanzada edad —tenía 88 años en aquel momento—, Stafford decidió volar a Moscú para dar su último adiós a Leónov, cuando se enteró de su fallecimiento.
Stafford pronuncia su discurso de despedida en el funeral de Leónov (2019)
© Sputnik / Ilya Pitalev
"Alexéi, nunca te olvidaremos, te recordamos, mi amigo", dijo en ruso un Stafford visiblemente afectado, en su discurso en la ceremonia funeraria de Leónov.
Mejores juntos
© Sputnik / Alexandr Marshani
El julio de 2015, en uno de sus muchos encuentros, Stafford y Leónov pusieron de relieve la importancia de la colaboración espacial entre las naciones al recordar una frase que vieron en un póster en el Laboratorio de Propulsión a Reacción, en Los Ángeles, en uno de los últimos entrenamientos antes de la misión conjunta.
"Juntos somos mejores", dijo Stafford en ruso, seguido de una repetición de la frase, esta vez en inglés, por parte de Leónov.
Si no fuera por la misión Soyuz-Apolo hace 45 años, los impresionantes avances en la cooperación espacial que le siguieron jamás hubieran existido. El acoplamiento a cientos de kilómetros sobre la Tierra dio paso a la realización de programas como el Mir-Shuttle y a la creación de la misma Estación Espacial Internacional, donde al día de hoy trabajan profesionales de las agencias espaciales de todo el mundo.

El histórico proyecto que dio inicio a las buenas relaciones entre los cosmonautas rusos y los astronautas estadounidenses mostró que, de hecho, somos mejores si aunamos nuestras fuerzas.
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