Pasear por las calles de Madrid es sumergirte en un mundo de color. Las tonalidades grisáceas del hormigón contrastan con el rojo del ladrillo, a la vez que comparten acera con el brillo de fachadas teñidas de amarillo, azul, marrón o rosa. El hierro forjado de los balcones saluda al cristal de las ventanas, mientras plástico, cerámica, yeso, piedra o mármol se suceden a cada paso que da el viandante. Fiesta arquitectónica a la que el arte urbano también está invitado.
En los últimos días, una de estas representaciones ha conseguido su objetivo. Las cabezas se han levantado, los pies se han detenido y los móviles han apuntado para sacar la foto de rigor para las redes sociales. Se encuentra en el céntrico barrio de Lavapiés en el cantón de un edificio de la calle de San Simón. En las alturas, junto a la placa con el nombre de la vía, asoma, en forma de mosaico, el icono de la pandemia: Fernando Simón.
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El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias se ha convertido en todo un símbolo de los tiempos del coronavirus. Su cara aparece en camisetas y banderas y sus respuestas han quedado guardadas en la memoria colectiva. Ahora, su figura es una obra de arte. El autor es Basket of Nean. Eligió a Simón para conectar con el público de la ciudad. "A veces intento elegir imágenes de actualidad para conectar más con el público. Le elegí por ser una persona de moda y actualidad", comenta a Sputnik Mundo.
"Más allá de eso, creo que es alguien con mucha sensatez y saber estar, ya que nunca ha perdido los papeles en ninguna situación, incluso no ha contestado a las críticas. La idea de hacerle santo era sólo por darle un toque de humor a todo lo que ha tenido que aguantar durante esta situación. ¡Qué paciencia!", admite 'Basket of Nean'.
El artista de los mosaicos
Fernando Simón no es el primer trabajo de Basket of Nean. Vincent Van Gogh o Kobe Bryant llegaron antes que el epidemiólogo al callejero de Madrid. Y antes que todos ellos, su símbolo: una pelota de baloncesto sobre una canasta. Balón que lleva tiempo circulando por Madrid, ya sea disfrazado de fantasma, lanzado por Son Goku o escondido tras Yoda. También se puede encontrar fuera de la capital, como en las playas de Mazarrón, en Murcia, o junto al Peine del Viento de Chillida en San Sebastián. Incluso, ha cruzado la frontera para llegar a Nueva York, Sídney o Melbourne.
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Su interés por el arte urbano desde una temprana edad es lo que le hizo saltar a las calles. "Empecé porque me gusta mucho el graffiti y el arte urbano y, en general, en mi vida he estado rodeado de gran cantidad de ello, afortunadamente. Por ello, me aventuré en el mundo del arte urbano, antes con pegatinas o paste up, y desde hace un par de años con mosaicos por la gran influencia de mi artista urbano favorito, Invader. El hecho de crear una obra, dedicarle tiempo e incluso dinero y dejarla en la calle, me pareció algo fascinante", explica Basket of Nean.
Anónimo desde que empezó, la creación artística es su hobbie, el cual intenta compatibilizar con la rutina. El mosaico le sirve como vía de escape y relajación. Su instalación en la vía pública es una reclamación de la ciudad para el arte.
"El hecho de realizarlo en la calle es como reivindicación del espacio urbano como un espacio de todos y en el que se pueden crear grandes obras para darle un toque mucho más artístico a la ciudad. Al final el arte urbano es por y para la calle, aunque luego se pueda representar también en otros espacios. Pero su esencia principal es en la calle".
Como él, existen otros artistas que han puesto a una pared de ladrillo o un bloque de hormigón a la altura de las galerías. Nombres como Bansky, Obey o Invader copan titulares de todo el mundo. Su obra es conocida e incluso han conseguido meter la calle dentro de las salas de exposiciones.
Todavía, hay quien considera que esta vertiente artística no es más que vandalismo. En redes sociales, entre los comentarios positivos al mosaico de Fernando Simón se intercala alguno negativo. A veces contra el representado, otras contra la representación. Un mosaico que, más allá del concepto de belleza, diferente en cada receptor, hace que los caminantes se detengan. Una forma de expresión que mediante la estética reivindica y genera una reacción. Al final, eso es el arte.