Después de un aislamiento social muy irregular, el siguiente reto será repensar las ciudades, y no será fácil, según advierte el director regional de ONU Habitar para Latinoamérica, Elkin Velásquez, en diálogo con Sputnik.
Parece difícil. La respuesta es compleja, pero Velásquez remite a la experiencia de la cuarentena. La región, con sociedades muy desiguales y millones de personas bajo la línea de la pobreza, no logró copiar el cierre total de la economía que implantaron los países europeos: "Ante el riesgo de no comer hoy o mañana o de enfermar con el virus muchas familias optaron por asumir el primero", subraya.
Solidaridad en las favelas
Brasil no aparece como ejemplo de ninguna política pública, pero Velásquez subraya el llamativo ejemplo de las redes de solidaridad de las favelas, donde los propios vecinos se han unido para repartir alimentos a las familias más vulnerables o incluso han organizado exhaustivos controles para verificar en qué casas había personas con síntomas de COVID-19.
"Habíamos sobrevalorado la expectativa sobre la capacidad de respuesta institucional (…) El bienestar de la población ha tenido mucho que ver con las redes familiares y comunitarias. Las redes institucionales de bienestar siguen siendo una tarea pendiente en Latinoamérica", recuerda el portavoz de la ONU.
En su opinión, las autoridades públicas deberían aprovechar ese liderazgo comunitario de las favelas y otros barrios populares y establecer canales de diálogo para repensar las ciudades del futuro, que por fuerza deberán convivir con la COVID-19. "Se necesitará innovación, capacidad de trabajo conjunto y método", apunta.
Construir ciudadanía
Además de crear soluciones satisfactorias para el escenario latinoamericano, el otro gran reto será fortalecer la idea de ciudadanía, de lo común. La pandemia ha desvelado grandes muestras de solidaridad a nivel micro (familia, amigos, vecinos), pero Velásquez asume que para el latinoamericano medio es difícil pensar que sus acciones pueden ser decisivas para toda la sociedad.
"Las instituciones son reflejo de cómo funcionan las sociedades. En Latinoamérica todavía hay algo francamente indeseable, que es esa cultura del privilegio (…) Todo se ampara en un individualismo extremo. Tenemos facilidad para ayudar a nuestro círculo de amigos y familiares, pero en términos más amplios hay desconfianza", lamenta Velásquez.
No obstante, hay algunas experiencias de éxito a las que recurrir para buscar inspiración. Cita el caso de Antanas Mockus, quien como alcalde de Bogotá en los años 90 consiguió instaurar un sentimiento de civismo y pertenencia a la ciudad con originales campañas de concienciación para regular la vida nocturna o fomentar el ahorro de agua, por ejemplo. "Tuvo como efecto la construcción de confianza", dice Velásquez.