Shelanu TV, que es propiedad de la compañía estadounidense God TV, había comenzado sus emisiones a fines de abril, es decir hace solo dos meses.
Al principio las emisiones del canal evangélico suscitaron numerosas críticas en Israel, incluso entre la clase política, por considerar que las emisiones, en lengua hebrea, animaban a la conversión de los judíos al cristianismo.
El malestar creció cuando el director del canal, Ward Simpson, destacó la importancia de que los oyentes se convirtieran al cristianismo.
God TV llega a unos 300 millones de hogares en todo el mundo y se dedica a propagar el evangelio en numerosos países de todos los continentes.
Aunque hacer proselitismo en Israel no es totalmente ilegal, la ley prohíbe hacer proselitismo entre los menores de edad sin el consentimiento de sus padres, o dar dinero para propiciar la conversión de alguien a otra religión.
Shelanu TV respondió que la decisión de las autoridades "carece de precedentes" y constituye "una manifiesta discriminación religiosa".