Con medidas extremas de seguridad sanitaria, como mascarilla N95 de máxima protección para el personal médico y pacientes, la doctora Rodney Ortega, de origen venezolano, se presenta a atender a sus pacientes con el uniforme del Instituto Cardiovascular de Puebla y cargando el equipo para poder realizar un electrocardiograma.
"Esta atención en hogares me recuerda mi infancia en Ciudad Bolívar, cuando acompañaba a mi padre a visitar a sus amigos, que le invitaban a un juguito y conversar, mientras yo le ayudaba a colocar los cables, para que él pudiera practicar los electrocardiogramas", relata a Sputnik la cardióloga.
En cambio, ella llegó hace cuatro años a México, donde logró incorporarse a uno de los más prestigiosos centros médicos del centro México.
Cuando los papeles se invierten y la hospitalidad corre por parte de los pacientes, la relación profesional también ha dado un vuelco.
"La gente se siente más relajada, sin el estrés de acudir a un consultorio junto con otros pacientes. Eso crea una atmósfera diferente, todos sabemos que estamos juntos en esta emergencia", relata la cardióloga.
Formada en el Hospital Universitario "Gregorio Marañón" de Madrid , España, donde obtuvo un posgrado en Imágenes Cardiovasculares, su carrera la llevó a estudiar Angiotomografía Coronaria en la Universidad Emory de Atlanta, EEUU.
La especialista se mantiene fiel a la divisa de aquella casa de estudios: "el corazón sabio busca el conocimiento".
Del confinamiento a la calle
Y esa formación adquirida le dio la intuición de que era momento buscar conocimientos, para una reconversión de sus servicios.
"En los primeras semanas del confinamiento, con mi esposo, que también es médico, nos resignamos a quedarnos en casa en familia, y el consultorio quedó vacío durante mes y medio. Tuvimos un cierre operacional y técnico. Fue un descalabro completo", dice cuando recuerda el primer impacto de la contingencia.
Comenzaron a comunicarse y a ofrecer los servicios a domicilio de cardiología clínica y otras consultas relacionadas con el sistema vascular, arterial y venoso.
Del mismo modo que surgió el anglicismo "home office", los tratantes de corazones desarrollan a hora el "cardio-home", y está funcionando.
"Esta es una emergencia con componentes muy negativos en todo el mundo, incluso para países con sistemas de salud muy bien estructurados, en contraste con América Latina", comenta la doctora.
Desconfianza
Uno de los dilemas para el sector de salud es la desconfianza de la población en las autoridades de todos los países.
"Hay gente que no cree en el peligro, otra sabe que es grave, pero no le da importancia, y muchas personas sí saben de los riesgos, pero no saben realmente cómo reaccionar, cómo recuperar sus tratamientos o actualizar sus estudios", relata.
En el nuevo andar, "la angustia y la soledad también están asociadas a la inseguridad económica, la pérdida de empleos, que ha trastocado la vida cotidiana", reflexiona.
Hubo que reconvertir incluso la cooperación con el personal de servicios básicos, como domésticos, con medidas sanitarias y equipadas.
"Es más difícil desaprender a hacer las cosas como las hacíamos antes, que aprender nuevas rutinas, desde el momento de levantarnos, es un momento que impone cierto sufrimiento", explica Rodney.
Protocolos estrictos
En los últimos días, "alrededor de 20% de los pacientes con cardiopatías presenta alguno de los síntomas de COVID, y deben ser clasificados como sospechosos, con todos los cuidados", explica.
El uso riguroso de desinfectantes, cambios de ropa, duchas antes y después de una visita, guantes, cubrebocas, gorros y caretas transparentes son parte de la parafernalia de la nueva cotidianidad.
Semanas después de la reapertura, la vida clínica y hospitalaria parece haber recobrado vida, y el miedo ha comenzado a disiparse, asegura.
Para completar sus servicios, lograron alianzas con clínicas de Laboratorios Chopo, de la Ciudad de México, para ofrecer la toma de muestras médicas a domicilio.
Sara Marcial, la responsable de tomar la muestras de sangre, relata a Sputnik que el desafío en ese sector es grande: "Antes atendíamos a unos 40 pacientes diarios, bajamos a 10 y con la visitas hemos levantado a unos 30 al día".
Las clínicas han vuelto a abrir, pero los protocolos han cambiado, las salas no pueden estar llenas de pacientes, hay rutas en una sola dirección, con tomas de temperaturas y otras precauciones para seguir atendiendo corazones angustiados.