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Hasta la última gota de sangre: cómo el Ejército Rojo defendió Brest de los nazis

© Sputnik / Grigory Sysoev / Acceder al contenido multimediaMonumento a los defensores de la fortaleza de Brest
Monumento a los defensores de la fortaleza de Brest - Sputnik Mundo
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Uno de los momentos más dramáticos en la historia de Rusia fue el inicio de la invasión de la Alemania nazi contra la URSS. El primer sitio en resistir el golpe de la Wehrmacht fue la fortaleza soviética de Brest. Sputnik cuenta cómo los soldados soviéticos arruinaron los planes de la Alemania hitleriana de capturarla en un solo día.

En la madrugada del 22 de junio las fuerzas alemanas cruzaron la frontera de la Unión Soviética, dando inicio a una sangrienta invasión. Uno de los primeros establecimientos militares que se interpuso en el camino de los invasores nazis fue la guarnición de Brest —en la Bielorrusia actual—. Los soldados soviéticos que defendían la fortaleza continuaron resistiendo durante al menos un mes incluso cuando la Wehrmacht avanzó significativamente en el territorio de la URSS.

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Pese a la falta de munición, alimentos, agua y medicamentos, la guarnición de la fortaleza durante semanas resistió los ataques del enemigo. Los pequeños grupos de soldados del Ejército Rojo continuaron combatiendo al enemigo incluso cuando este consiguió establecer el control sobre la mayor parte de la fortaleza de Brest. Los efectivos de las Fuerzas Armadas soviéticas sufrieron bajas enormes, pero durante un mes convirtieron la vida de los nazis en una verdadera pesadilla.

Los defensores de la fortaleza de Brest lucharon incluso cuando los nazis entraron en la capital bielorrusa, Minsk, y se negaron a capitular cuando los nazis les ofrecieron rendirse.

Un mes después, cuando los invasores ya estaban cerca de la ciudad rusa de Smolensk, los soldados soviéticos de la guarnición de la fortaleza de Brest que lograron sobrevivir en estas semanas siguieron luchando: no solo mantuvieron la línea de defensa, sino que también contratacaron.

La URSS perdió a casi 2.000 personas, y otras 6.800 fueron capturadas. La Alemania nazi perdió a casi 500 efectivos, y unos 700 efectivos de la Wehrmacht resultaron heridos.

El pasado de la fortaleza y su configuración

La ciudad de Brest-Litovsk, actualmente conocida como Brest, pasó a formar parte del Imperio ruso después de la disolución de la Mancomunidad de Polonia-Lituania en 1795. En aquella época surgió la necesidad de proteger las nuevas fronteras rusas. Una de las soluciones fue la construcción de una serie de fortalezas a lo largo del límite occidental del Imperio. Así apareció la idea de erigir la fortaleza de Brest-Litovsk. La construcción de esta fortificación concluyó en 1842.

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La fortaleza de Brest fue constantemente modificada durante décadas hasta que empezó la Primera Guerra Mundial —que duró entre 1914 y 1918—. Con el inicio de la guerra la guarnición de la fortaleza empezó a prepararse para la defensa. Sin embargo, a causa de la retirada de las tropas rusas en agosto de 1915 fue abandonada y parcialmente destruida por las fuerzas imperiales rusas. Entre 1915 y 1918 el control sobre la fortaleza fue de los alemanes y, luego, de los polacos.

En septiembre de 1939 el Ejército Rojo entró en el territorio de la Bielorrusia Occidental —que anteriormente fue controlada por Polonia— y, como consecuencia, estableció el control sobre la fortaleza. Al otro lado del río Bug Occidental se desplegaron las fuerzas nazis, y Brest de nuevo pasó a ser una urbe fronteriza. 

Las fortificaciones en Brest ocupaban cuarto islas en la confluencia de los ríos Mujavets y Bug Occidental. La fortaleza estaba compuesta por una ciudadela y tres grandes fortificaciones que protegían la propia ciudadela por todos los flancos. La ciudadela se ubicaba en una isla: alrededor de su perímetro había cuarteles de dos pisos.

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Además, contaba con un sistema subterráneo bien desarrollado. Era capaz de albergar a hasta 12.000 personas y, además, la munición y los alimentos necesarios.

En las islas al norte, sur y oeste de la ciudadela se encontraban las infraestructuras residenciales y defensivas. Alrededor de la fortaleza había un foso con agua y cortinas de diez metros de altura. Para cuando la fortaleza fue atacada, ya había perdido su importancia estratégica porque se consideraba que no era capaz de resistir un ataque con artillería moderna.

Como resultado, la infraestructura de este complejo militar sirvió como residencia para los efectivos de la guarnición que debía mantener las líneas defensivas fuera de la fortaleza en caso de un ataque enemigo.

Lamentablemente, no se logró delimitar el plan de fortificación modernizada de la fortaleza de Brest para cuando la URSS y la Alemania nazi se enfrentaron. 

La batalla que se convirtió en una pesadilla para los nazis

Para cuando la fortaleza fue atacada, dentro de ella se encontraban cerca de 8.000 efectivos del Ejército Rojo, familias de algunos oficiales soviéticos, personal médico y otros individuos. En total había unas 10.000 personas dentro de ella.

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En la madrugada del 22 de junio la fortaleza quedó gravemente dañada a causa del ataque con artillería contra los cuarteles y las residencias de los oficiales que se encontraban dentro de ella. Tras el ataque siguió el avance de las fuerzas terrestres nazis. 

La gestión militar de la Alemania nazi esperaba que lanzar un ataque sorpresa funcionaría en el caso de la fortaleza de Brest. Los nazis apostaron por preparar artillería masiva: según sus cálculos, las tropas soviéticas estarían tan desorganizadas por el ataque que no tendrían la moral para seguir luchando. De esta manera, la toma completa de la fortaleza debería haber terminado al mediodía del 22 de junio de 1941.

Sin embargo, los nazis cometieron un enorme error de cálculo.

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Una parte de los efectivos soviéticos lograron salir de la fortaleza —ese era el plan de actuación en caso de agresión—. Los soldados del Ejército Rojo consiguieron eliminar a las unidades nazis que lograron penetrar a la ciudadela de la fortaleza y tomaron posiciones en los cuarteles, las secciones subterráneas y los sótanos. Pero pronto la fortaleza de Brest quedó totalmente incomunicada del mundo porque fue asediada por los invasores.

Durante el 22 de junio los defensores de la fortaleza repelieron ocho ataques enemigos. Las fuerzas nazis sufrían bajas considerables, por lo cual para la noche del mismo día tuvieron que retirarse. Entretanto, la situación se parecía cada vez más a un cerco. En la mañana del 23 de junio los nazis llevaron a cabo un bombardeo aéreo y usaron la artillería contra la fortaleza. Los combates dentro de ella pasaron a tener un carácter feroz y prolongado.

Los nazis utilizaron lanzallamas, barriles con sustancia inflamable, potentes explosivos y gases asfixiantes. De esta manera, lograron sofocar poco a poco los focos de resistencia, pero fallaban.

En la madrugada del 26 de junio algunos soldados soviéticos realizaron varios intentos de avanzar con tal de salir del cerco, pero solo unos pocos grupos consiguieron escapar de la fortaleza. Para finales de junio los invasores lograron establecer su control sobre la mayor parte de la fortaleza. Los nazis volvieron a tratar de sofocar los focos de resistencia restantes el 29 y el 30 de junio de 1941 con un ataque que duró dos días.

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Algunos defensores de la fortaleza de Brest se escondían en los sótanos y las estructuras subterráneas, y continuaban luchando hasta el otoño de 1941. En 1950 en la fortaleza de Brest fue hallada la inscripción siguiente: ¡Me muero, pero no me rindo! Adiós, patria. La inscripción fue gravada en una pared por un soldado soviético y fue fechada el 20 de julio de 1941. 

Esta frase se convirtió en un lema que celebra el coraje de los efectivos del Ejército Rojo que defendieron Brest. Su proeza sigue viva en la memoria de los habitantes de Rusia hasta hoy.

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