Una investigación realizada en el Instituto de Investigación Genómica y Genética sin fines de lucro Wellcome Sanger Institute y publicado en Cell, revela que la herencia del homínido de Denísova tiene una influencia importante en la respuesta a la infección viral entre la mayoría de los papúes de Nueva Guinea.
En la investigación identificaron alrededor de 10 variaciones en los melanesios que se originaron en los denisovanos y parecen haber persistido gracias a la selección natural. Entre las 10 había un gen conocido como AQR. Los papúes tienen una variante de este gen heredado de los denisovanos, que afecta la forma en que sus sistemas inmunes reaccionan a los virus. Eso es lo que los expertos llaman una "variante médicamente importante".
"Se cree que la población que dio origen a todos los humanos modernos de hoy se cruzó con los neandertales tan pronto como se expandieron fuera de África hace unos 60.000 años. El mestizaje con los denisovanos se estima que ocurrió hace unos 50.000 años", dice Almarri, el autor principal del estudio, a Haaretz.
"La población humana moderna que dio origen a los papúes modernos se cruzó posteriormente con una población denisovana, lo que resultó en la gran proporción de su genoma que es de ascendencia denisovana que no se encuentra en Eurasia", agrega.
También descubrieron que los nativos americanos, que originalmente provenían de Asia y cruzaron a América hace unos 20.000 años cuando los niveles del mar eran bajos, tienen deleciones en su gen MS4A1, que heredaron de los neandertales, y podrían afectar la forma en que se trata la leucemia en la población.
Huellas denisovanas en Nueva Guinea
El gen AQR, característico de los papúes, desempeña un papel en la detección de virus y en la regulación de la respuesta antiviral immune. “Otros estudios han demostrado que el gen AQR reconoce y regula la respuesta a los virus tales como el VIH.
Los australianos aborígenes probablemente también tienen comúnmente variantes de deleción de AQR: "El mestizaje de los denisovanos ocurrió antes de que las dos poblaciones se separasen", dice Almarri, pero no se pudo verificar porque el proyecto de diversidad del genoma humano en el que se basó el trabajo no contiene poblaciones aborígenes australianas.
Un atributo denisovano que conocemos hoy se encuentra en los tibetanos, quienes heredaron su tolerancia a la altitud extrema. Pero la proporción tibetana de la herencia denisovana no es excepcional, agrega Almarri.
Otros ejemplos del estudio señalan que todas las poblaciones africanas incluidas en el estudio portaban múltiples copias del gen HPR, que confiere resistencia a la enfermedad del sueño. O los cazadores-recolectores Mbuti de la selva tropical de África Central que tienen una "mutación privada" (un 54% de ellos), un receptor en las células inmunes que le permite reconocerse entre las células "extrañas".
Conclusión de todo esto es que claramente necesitamos más genomas de referencia de diversas poblaciones, resume Almarri. Los genes de ese tipo americano de origen europeo no cuentan toda la historia de la humanidad