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Todos la conocemos y tenemos la idea de que durante siglos cumplió la función de evitar invasiones enemigas. Pero puede que la idea que tenían en mente los constructores de la Gran Muralla China fuera no tanto protectora, sino más bien de vigilancia de los civiles. Eso es lo que sugiere un arqueólogo israelí.
Un grupo de investigadores se ha dedicado a analizar la línea norte de la Gran Muralla China, un segmento de la construcción de 740 kilómetros de longitud que se extiende principalmente por Mongolia y cuyas características arquitectónicas, como su menor altura, invitan a pensar que tenía funciones no militares.
"Antes de nuestra investigación, la mayoría pensaba que el objetivo de la muralla era para al Ejército de Gengis Kan. Nuestra conclusión es que pretendía más bien monitorear o bloquear el movimiento de las personas y el ganado, quizá para tributarlos", declara Gideon Shelach-Lavi, experto de la Universidad Hebrea de Jerusalén al frente de este estudio.
Los investigadores israelíes consideran que esta sección de la épica muralla ha sido pasada por alto en la ciencia contemporánea. Por ello, en colaboración con especialistas de Mongolia y EEUU y con la ayuda de drones, imágenes de satélite de alta resolución y herramientas arqueológicas tradicionales, los expertos cartografiaron la línea norte de este monumento.
La primera piedra de la Gran Muralla China fue colocada en el siglo III a. C., y desde entonces este gran conjunto arquitectónico ha permanecido como una de las construcciones más espectaculares hechas por la humanidad. La línea norte del monumento fue construida concretamente entre el siglo XI y XIII a base de tierra molida y apuntalada con 72 estructuras reagrupadas en pequeños conjuntos.
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