La actividad humana tiene un gran impacto en el medioambiente, y el aire que respiramos en la mayoría de las ciudades y pueblos de todo el mundo es un buen ejemplo de ello. No obstante, aún queda una recóndita región en nuestro planeta a la que no ha llegado la contaminación de los continentes. Hablamos del océano Antártico.
En los confines del hemisferio sur, donde van a parar las aguas de los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, las partículas del aire se mantienen más puras que en el resto del planeta. Este área, que rodea la Antártida, según los científicos es la que menos ha sufrido las consecuencias de la contaminación por aerosoles o del polvo continental.
Los resultados apuntan a que la mayor parte de las bacterias presentes en el aire de esta región tienen una procedencia marina o están directamente relacionadas con el medio marino.
"Al parecer, la Antártida está aislada de la propagación de bacterias de los continentes del sur. Esto apunta a que el océano Antártico es una de las pocas regiones en las que la actividad humana apenas ha influido", comenta uno de los autores del estudio, Thomas C. J. Hill.