Son muchos los que de acuerdo a la célebre alegoría de Platón viven su propio mito de la caverna, obligados a terminar con la cuarentena para retornar a sus vidas tal como eran antes del COVID-19, o con modificaciones que suman aún más inquietud.
"Es un temor que ya existe de antes", se adelanta la psicoanalista argentina Betina Payaslián en diálogo con Sputnik.
El mundo exterior ya nos condiciona aún sin pandemia y, muchas veces, "es la fuente de angustia y displacer por las que comienzan las consultas", confiesa la especialista.
El temor a viajar en transporte público, los trastornos de ansiedad provocados por relaciones laborales o sentimentales, distintos síntomas que comienzan a expresarse con la dificultad de salir, de relacionarse, son las consultas más repetidas en los divanes del continente.
"Respecto de la pandemia, tiendo a pensar que sí, que va a ser difícil ese retorno a la supuesta normalidad; a algunos les resultará liberador salir, volver a sus espacios, recuperar sus vínculos presencialmente, y a otros les resultará el afuera un espacio difícil de transitar donde, ahora, se suma el temor a enfermarse", analiza Payaslián.
El shock puede desarrollar agorafobias, trastornos obsesivos, fomentar hipocondrías y hasta producir episodios de amnesias.
La psicoanalista entiende que "habrá consultas por síntomas desencadenados por el fin de la cuarentena como las hubo por el encierro", y sugiere pensar el regreso a la esfera de lo social como "una oportunidad para comenzar a replantearse cómo queremos vivir".
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) May 12, 2020
En otros casos, el aislamiento también puede ser una elección y, como tal, merecer el respeto de todos y todas.
Salir (o entrar) a la caverna
El coronavirus nos introduce en una contemporánea alegoría de la caverna, donde el sol que antes proyectaba las sombras y ahora nos devela la realidad, es una bacteria minúscula y la cueva que tenemos que abandonar (o no) es nuestra propia casa.
"Me gusta pensar en confinamiento no solo en relación a esta cuarentena sino en otros muchos confinamientos previos, y en otros a los que iremos", agrega.
El también educador, afirma conocer mucha gente a la que la cuarentena le permitió "moverse de lugares demasiados instituidos o normalizados y encontrar una hendija con posibilidades inauditas".
"Si algo pone en jaque la caverna es el límite entre el afuera y el adentro, sobre todo en sociedades modernas como las nuestras, donde los dispositivos de control social construyen eso: libertades formales donde uno cree que hace lo que quiere y está, de algún modo, repitiendo esquemas previos que necesitan que uno los reproduzca sintiéndose uno libre y autónomo", describe el filósofo.
Y recuerda que "cualquier remisión a la caverna implica tomar partido" para decidir cuál es el papel que jugaremos en este nuevo mundo público, que ahora tendrá visos de privacidad.