El equipo nasal de Audi (Nose Team) no es algo nuevo, pero nunca es tarde para recordar la particular labor que llevan haciendo estos profesionales desde 1985 para la marca alemana. El objetivo es simple: evitar que cualquier material del interior de los vehículos desprenda un olor desagradable. Los procedimientos para conseguirlo son algo más complicados.
Dado que no es posible tener un coche libre de olores, lo primero que hace la firma es asegurarse de que el material y los productos químicos utilizados durante el proceso de fabricación sean lo más neutrales posible. Se trata de que el cuero, el plástico y todos los demás materiales no despidan olores raros al entrar en contacto con la humedad o el aire.
Los diseñadores e ingenieros trabajan juntos para descubrir cómo neutralizar el olor de manera natural, o sustituir el material por algo que huela menos fuerte. Una vez que el olor de cada tela y plástico ha sido optimizado (en caso de haberlo), el interior se vuelve a ensamblar y una vez más se comprueba el olor general, tal y como recoge Audi South Austin.
Los olores se clasifican en una escala del uno ("inodoro") al seis ("insoportable"). El vidrio, la cerámica, los metales y otros componentes básicos del vehículo se suelen clasificar con un uno, mientras que el resto de materiales deben dar un valor por debajo de un cuatro ("irritante") para pasar la prueba.
En palabras de la propia compañía: "Las piezas de plástico que desprenden olores desagradables, el cuero que huele a aceite de pescado o las alfombras que despiden un aroma a cebolla no tienen ninguna oportunidad en Audi (...). Alrededor de 500 componentes diferentes del interior de cada modelo son analizados usando la nariz humana como dispositivo de medición. Audi aplica las normas más estrictas en su lucha contra los olores y establece el punto de referencia para la industria".