Al menos 155 personas han fallecido de abril a la fecha por esta bebida a base de metanol, cuyo consumo literalmente envenena a quienes necesitan "anestesiarse" de una dolorosa realidad de muerte, incertidumbre y un coronavirus que parece no querer irse.
Sánchez Cárdenas advirtió entonces que las autoridades intervendrían los "colmados", esa suerte de bodega de barrio quisqueyano donde se vende de todo un poco, y en los que a falta de un buen "romo" (ron) uno puede rascarse el gaznate con temibles brebajes.
La mayoría de las muertes por intoxicación con clerén han sido reportadas en el Distrito Nacional, que incluye a la capital del país, así como en otros lugares donde se consume este destilado de caña de azúcar, fuertemente adulterado con metanol.
A finales de 2017 ocurrió otro envenenamiento por clerén, cuando 12 personas murieron en un municipio fronterizo con Haití, cuna de esta bebida de pobres, protagonista además de ciertas liturgias del vudú.
Una maldición a granel
El proceso para elaborar clerén es similar al seguido para fabricar ron, pero sin refinar, por eso es bien claro y barato, aunque la vida ha demostrado que su consumo puede tener un alto costo para la salud.
Según el lingüista haitiano Jeannot Hilaire, el término creole "kleren" proviene del inglés "clear rum", o sea, "ron claro", por la transparencia resultante del poco refinamiento de un destilado que suele venderse a granel y con restos de bagazo de caña.
Para elaborar esta mortal bebida, se destila la caña de azúcar con frutas fermentadas, raíces de guayacán, corteza de caoba, metanol y diluyentes, y hay referencias de que al caldo madre le echan vísceras y desechos putrefactos de aves, para acelerar la generación de alcohol.
En República Dominicana también le llaman a este mejunje "triculí", "pitrinchi" o "tapa floja", y hay una variante local denominada "berunte", un fermento de maíz, arroz, melón, piña y trigo, a priori más noble, pero igual de explosivo.
Peligrosa manera de evadirse
El pasado 7 de abril se registraron las primeras muertes masivas por consumo de clerén en República Dominicana, pero la cifra se disparó pronto, en gran medida porque muchos buscan en el alcohol un escape al confinamiento impuesto por la pandemia de COVID-19.
En una segunda fase del envenenamiento se desarrolla una acidosis metabólica, que se caracteriza por vómitos, dolor abdominal, desorientación y alteraciones visuales con fotofobia, visión borrosa y ceguera ocasional, hasta desembocar en la muerte.
El 6 de mayo, el Ministerio Público de República Dominicana, en conjunto con la Policía Nacional, informó del arresto de siete personas por la fabricación y venta de clerén, así como el decomiso de cientos de botellas, tanques y galones de la bebida.
Este operativo no solo asesta un duro golpe al comercio ilícito, si no que le ahorra ciertas preocupaciones a un sistema sanitario apremiado por la lucha contra el coronavirus, que ha infectado a casi 9.000 dominicanos, de los cuales han muerto cerca de 400.