13.000 kilómetros puede sonar como algo relativamente lejano, pero puesto en perspectiva con otros cuerpos celestes, puede resultar alarmante: esta distancia supone solo el 3% del recorrido que nos separa de la Luna.
Más preocupante aún es el hecho de que el objeto no fue descubierto prácticamente hasta el momento exacto en que estaba pasando justo en frente de la Tierra a unos 50.000 kilómetros por hora por el Mount Lemmon Survey de Arizona, EEUU.
No obstante, Natalie Starkey, cosmoquímica especializada en estudios del espacio, trae datos tranquilizadores. La experta explica a Daily Mail que, "aunque es una de las aproximaciones a la Tierra más notables de los últimos años, se quedó a una distancia 20 veces mayor de la que separa a la Estación Espacial Internacional" de nuestro planeta.
"Somos buenos buscando y rastreando asteroides (...) de un kilómetro y más grandes, pero hay muchas rocas espaciales más pequeñas por el sistema solar que cuesta más identificar hasta que no se acercan más", dice Starkey.
En este sentido, la investigadora comenta que, al ser 2020 JJ tan pequeño, "si hubiera estado en una órbita que implicara que pudiera colisionar contra la Tierra, es muy probable que se hubiera roto en pedazos más pequeños al entrar en la atmósfera", si bien admite que siempre hay riesgo de que uno de esos pedazos impacte contra el planeta en una zona poblada, causando "ciertos daños a edificios".