Estas predicciones se basan en el análisis de muestras de suelo de la costa noreste de Japón de hace 6.000 años. Los científicos descubrieron que un gran tsunami golpea la región cada 300 o 400 años y que el último ocurrió en el siglo XVII. Significa que existe una gran probabilidad de que se produzca uno nuevo antes de que termine el siglo, aunque es imposible predecir exactamente cuándo.
El sismólogo Kenji Satake, que dirigió el estudio, asegura que las barreras físicas serían inútiles contra una ola tan grande y que la mejor defensa sería la evacuación. Se estima que el Gobierno tendría alrededor de media hora entre el terremoto y la ola que golpearía la costa para poner a la gente a salvo.
"Un terremoto masivo de esta clase (mostrado en la simulación) sería difícil de tratar desarrollando una infraestructura dura (como los diques costeros). Para salvar las vidas de las personas, la política básica sería la evacuación", explica Satake.
El mayor daño lo van a sufrir la ciudad de Erimo, en la isla de Hokkaido, y la ciudad de Miyako, en la prefectura de Iwate. La ola llegaría hasta la prefectura de Chiba, cerca de Tokio, aunque no impactaría en la propia capital. La planta nuclear de Fukushima se enfrentaría a una ola de hasta 30 metros de altura.
Los investigadores aún no han estudiado cuál sería el impacto de un desastre así en la población humana, pero el Gobierno ya ha puesto en marcha un grupo de trabajo para tal fin y debería tener las estimaciones listas para el marzo de 2021.
Aunque los estudios preliminares indican que sería comparable al terremoto de 2011, el más fuerte en toda la historia del país asiático.