El antibiótico amikacina hallado en la saliva de los osos siberianos es eficaz para combatir a las bacterias que causan úlceras, gastritis o el estafilococo áureo. No obstante, esta sustancia tiene una actividad antimicrobiana muy alta, lo que la hace muy inestable y tóxica para las células humanas.
Los científicos rusos utilizaron un método de reciente creación que les permite clasificar las bacterias a nivel de células individuales mientras estudian sus propiedades en detalle. Este método les ayudó a aislar las cepas de la Bacillus pumilus que producían el antibiótico y a conocer las condiciones más óptimas para su producción.
"La estructura del amikacina es el punto de partida para la creación de análogos estables de este antibiótico, destinados a la destrucción de bacterias o células humanas. Esto redirigirá su alto potencial a nuevos medicamentos antimicrobianos y anticancerígenos", explicó Stanislav Terekhov, uno de los autores del estudio publicado en la revista Antibiotics.
Con el resultado de los estudios, los científicos prevén comenzar a buscar posibles modificaciones de la amikacina para que esta sea más estable y menos peligrosa para las células de los seres vivos multicelulares, incluidos los humanos.