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Dejar las aulas y pasar al computador es todo un reto en Ecuador

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Unas personas con portátiles (imagen referencial) - Sputnik Mundo
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QUITO (Sputnik) — Estudiar vía online en tiempos del coronavirus se ha convertido en un verdadero reto en Ecuador, no solo para los alumnos sino también para los profesores y para los propios padres.

Desde hace alrededor un mes y medio los estudiantes dejaron sus aulas para sentarse frente a una computadora e interactuar remotamente con profesores y compañeros.

El reto crece en la medida de cuántos estudiantes hay en cada hogar y de si los padres hacen teletrabajo.

"Para mí implica un acompañamiento para las clases de mi hija y no es un acompañamiento pasivo; uno tiene que ponerse a tono con las materias, conceptos y ser muy creativa", dice a Sputnik Catalina Erazo, madre de una niña de 6 años, de primero de básica.

Para Erazo, las clases de su niña implican dedicarle toda la mañana; su trabajo solo puede realizarlo en las tardes, hasta altas horas de la noche, para recuperar el tiempo que no pudo trabajar en la mañana.

El ayudar a su hija también le implica mayores gastos pues salvo un libro y su cartuchera con lápices de colores todo el material escolar se quedó en la escuela.

Para los estudiantes la situación tampoco es fácil.

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"Se pierde la interacción que hay en la vida real con los profesores y los compañeros; además en casa tienes más posibilidad de distraerte y perder el hilo de la clase", dice a Sputnik Stefano Araujo, un estudiante de último año de bachillerato, que confiesa que extraña a sus compañeros, los patios del Colegio, la hora del recreo, en la que "todos cuentan sus cosas".

María Gutiérrez tiene dos hijos, de ocho y 13 años; para ella y para su esposo es muy complicado que sus hijos estudien en casa pues los dos realizan teletrabajo.

"He tenido que hablar con los profesores para que entiendan que para nosotros es muy complicada la situación, ¿cómo trabajamos, si nuestros hijos tienen tantos deberes que hacer en el computador, o cómo ellos estudian si nosotros necesitamos el computador para trabajar?", dice Gutiérrez a Sputnik.

El tiempo como problema

Para Anahí Ramos, una ejecutiva de 50 años, el problema es el tiempo.

"Tengo demasiado trabajo y mis hijos tienen demasiadas tareas. Afortunadamente ellos no requieren supervisión, pero tienen que ayudarme en la casa porque el tiempo no me alcanza; mi trabajo es demasiado duro", dice Ramos a Sputnik.

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Por el exceso de trabajo de Ramos y las tareas de sus hijos, la familia actualmente almuerza a las cuatro de la tarde; entre los dos chicos se turnan para lavar los platos en la noche.

"Es duro para mí y para ellos, pero yo tengo la tranquilidad de saber que están seguros en casa, que los tres estamos juntos y eso es una bendición", dice Ramos, quien confiesa que a veces cocina para tres días y guarda la comida en la refrigeradora, "porque si no no comemos".

Para los estudiantes universitarios estudiar desde casa también es una experiencia extraña.

Víctor Pinto cuenta que como estudiante de Arquitectura el reto es complicado pues "no es una carrera para estudiar a distancia y hasta en lo más simple hay complicaciones: no puedes hacer maquetas y modelos porque con el aislamiento no tienes en dónde comprar materiales, no puedes siquiera salir a comprar esferos o lápices para dibujar planos".

Pinto, estudiante de sexto semestre, ahora hace todos los planos, maquetas, modelado para hacer perspectivas de manera digital, en 3D, pero siente que le falta hacer el modelado con sus propias manos.

"Es complicado tanto para los estudiantes aprender como para los profesores enseñar; hay materias como Diseño que se torna muy difícil la enseñanza a distancia, o Historia, Tecnologías de la Construcción, Medio Ambiente, que no son difíciles pero sí es agotador porque todo el material bibliográfico tienes que revisarlo en PDFs, entonces te toca estar unas 18 horas al frente del computador en clases, en revisión de materiales y haciendo las tareas", dice Pinto.

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En muchos casos, la falta de experiencia de los profesores para enseñar en línea hizo que dupliquen o tripliquen las tareas.

Antes de que llegue el COVID, mi niña de 6 años tenía dos o tres tareas a la semana para hacerlas en casa, apenas empezaron las clases virtuales eran cuatro o cinco tareas diarias, comenta Lola Gallegos.

En el caso de Gallegos, hubo flexibilidad de los maestros y comenzaron a reducir las tareas, no así en el caso de Pinto.

"Me molesta que los profesores y autoridades actúen como si estuviéramos en una situación normal porque no es así, y el exceso de trabajo está afectando nuestra salud física y mental, pero no es opción dejar de estudiar", lamenta Pinto.

Pinto tiene la suerte de contar en su casa con su propio computador y con una buena conexión de internet.

Pero no todos tienen esa suerte; hay quienes salieron de vacaciones y quedaron atrapados en la cuarentena en pueblos en donde no hay internet o la señal es muy mala, o quienes no disponen de una computadora para poder estudiar online.

Las realidades son diferentes en cada ciudad, en cada población y en cada caso, lo único que las unifica es que los estudios en línea han resultado muy complicados para todos.

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