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"Tener un buen servicio de intérpretes es tan importante como comprar mascarillas"

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Mohammed Abul Hossain, nacido en Bangladesh, vivía desde hace 20 años en España. El 26 de marzo murió en su domicilio del barrio madrileño de Lavapiés por COVID-19. Días antes, su familia llamó repetidamente al número de atención de la Comunidad y al 112. Pero, los teleoperadores poco pudieron hacer: ni él hablaba bien español, ni ellos bengalí.

Cuando llegaron los servicios sanitarios, ya era demasiado tarde. Una semana de angustia en la que la saturación de las líneas impidió una respuesta más rápida, pero también la barrera idiomática. En España, hay más de seis millones de extranjeros empadronados;  solo en la ciudad de Madrid, más de medio millón; población que, junto a los que no tienen papeles, son víctimas del coronavirus y de la falta de intérpretes.

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En el caso de Hossain, tuvo que intervenir la asociación Valiente Bangla, dedicada a la defensa de los derechos de la comunidad bangladesí. Organización que hizo de intermediaria entre los servicios de atención ciudadana y la familia. Esta, junto a Red Solidaria de Acogida y Red Interlavapiés, es una de las patas del programa Intérpretes Ya. Una campaña que reclama la existencia de traductores en hospitales y centros sanitarios. "Si mantenemos focos de población no atendida, no salimos adelante. Es un problema de salud pública y que hay una parte de la población que no sabe que tiene que hacer", reconoce Nines Cejudo, portavoz de la Red Solidaria de Acogida.

En la Comunidad de Madrid, solo el Hospital Ramón y Cajal, mediante el proyecto Salud entre Culturas, cuenta con un equipo de intérpretes. Ahora, ante la crisis sanitaria existente, este grupo atiende llamadas de otros centros médicos. Una batalla a la que también se han unido las asociaciones del barrio de Lavapiés. Así, han creado un servicio de traducción entre personas y facultativos vía teléfono para atender las necesidades de la población extranjera. "El número de llamadas crece todos los días y ahora mismo el teléfono está petado. Tenemos traductores de bengalí, una de las comunidades más herméticas, pero también de wólof y dariya. Además, ahora nos estamos organizando con academias voluntarias de Barcelona, que aportarán 80 profesionales con los que podremos traducir prácticamente cualquier idioma", explica Cejudo.

Mediante la comunicación médico-traductor-paciente, las organizaciones quieren acabar con las dificultades de comprensión que convierten en colectivos más vulnerables a las poblaciones migrantes. "Si están contagiados, muchas veces el médico les pregunta si pueden aislarse en casa. Contestan que sí, porque tienen casa. Pero, por lo general, son espacios muy pequeños. En un piso de 70 metros cuadrados con 10 personas no se puede hacer un aislamiento. Tienen que ir a un hotel habilitado para poder recuperarse".

"No es solo hacer la traducción, sino también buscar soluciones", comenta la portavoz de Red Solidaria de Acogida.

Y no solo buscan derribar los muros de la barrera idiomática, sino también los de la frontera cultural, relacionados, en muchos casos, con la cultura del agradecimiento, según comenta la activista: "Siempre les han hecho sentir que son lo más paria de la sociedad, así que cuando llegan a un hospital y les atienden solo dicen sí y gracias. Vienen de países que no tienen un sistema de salud pública, por lo que están agradecidos al máximo. Parece que entienden porque están sonriendo, pero no".

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No obstante, el simple paso de ir al hospital ya es positivo. Como comenta la portavoz de la asociación, uno de los mayores trabajos es conseguir que los contagiados de las comunidades migrantes vayan a su centro médico. El miedo al contagio y a la mayor presencia policial en las calles hace que muchos opten por encerrarse en sus domicilios, algunos incluso con síntomas, lo que les aleja, no solo de recibir asistencia sanitaria, sino también de saber si pueden acogerse a un ERTE o a la demora de su hipoteca.

Para ello, desde la cercanía, las asociaciones dan los datos de contacto de los traductores en las bolsas de comida que reparten entre la población migrante de Lavapiés. Una parte de la ciudadanía que también padece las consecuencias económicas de esta crisis, sobre todo manteros, lateros y vendedores de flores.

"No pueden salirse a buscar la vida y no tienen comida. Padecen dos pandemias, la del virus y la del hambre", asegura Cejudo.

Ineficacia institucional

Un trabajo de traducción que realizan, pero que piden que corra a cargo de las instituciones. Las asociaciones afirman que lo tendrían que hacer "traductores pagados, no voluntarios", entre otros motivos, por la inmensa carga laboral y emocional que recae en estos. "Están atendiendo a las 3 de la mañana, la llamada de un médico de un hospital. Hacen traducción 24 horas a su comunidad, a la que, obviamente, tienen un gran apego emocional. La responsabilidad que adquieren es una barbaridad pedirla", asevera la activista.

Ante el desbordamiento de las líneas telefónicas que atienden los voluntarios de la campaña Intérpretes Ya o las de Salud entre Culturas, la respuesta de las administraciones se intuye insuficiente.

 "La solución tiene que pasar por las instituciones. Tener un buen servicio de intérpretes es tan importante como comprar mascarillas", sentencia Cejudo.

Así, las asociaciones de Lavapiés demandan, entre otras cosas, la contratación de traductores, como en el 112, en el servicio de atención por teléfono de la Comunidad de Madrid o la reapertura del centro de interpretación del distrito Centro, en el que se incluye el barrio en el que actúan estas organizaciones.

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"Este se cerró el 18 de marzo, en plena pandemia, y no se ha renovado. El Ayuntamiento de Madrid dice que los pasos administrativos están bloqueados por el estado de alarma, pero tiene intención de renovarlo. Precisamente, por la situación en la que nos encontramos, tendría que hacerlo ya y reforzarlo, porque solo había cinco personas y no daban abasto", lamenta Cejudo.

Tampoco se libra de las críticas el Ministerio de Sanidad. El departamento del Gobierno que dirige Salvador Illa subió a su página web las medidas que debe seguir la población frente al coronavirus, traducidas a cinco idiomas. Más allá de la falta de lenguas, desde el proyecto Intérpretes Ya no entienden porque se "empeñan" en utilizar el lenguaje escrito, cuando una parte importante de los migrantes son analfabetos. Motivo por el que las organizaciones madrileñas subieron una serie de vídeos con información en dariya, wólof y bengalí, además de en castellano.

Información vía Whatsapp

Precisamente, en la utilización del lenguaje oral también han incidido a orillas del Mar Mediterráneo. Así, traductores voluntarios de la Universidad de Alicante (UA) han lanzado una serie de vídeos, locuciones y textos escritos con información útil sobre el coronavirus en distintos idiomas y dirigida a distintos segmentos de la población. "Hemos traducido recomendaciones de la Fundación Pilares dirigidas a personas mayores para evitar el contagio a francés, inglés, alemán, italiano, árabe, chino, rumano, ruso, ucraniano y valenciano. Por otro lado, las destinadas a cuidadores y personas con casos leves las hemos publicado y locutado en francés, inglés, alemán, rumano, italiano y árabe", explica Catalina Iliescu, coordinadora del proyecto.

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Y no es lo único. El equipo de profesionales de la Universidad de Alicante también ha traducido y subtitulado al francés, inglés y alemán distintos vídeos de ejercicios para ancianos y, ahora, trabaja con las directrices del Ministerio de Sanidad para sobrellevar el duelo y los documentos del consistorio alicantino sobre violencia de género, los que pretende presentar en ocho idiomas distintos.

El proyecto, que se enmarca dentro del Programa de Emergencia Social Colectiva de la UA y en el que han colaborado la Asociación ARIPI, la Fundación Pilares Para la Autonomía Personal y el Ayuntamiento de Alicante, distribuye el material a través de distintos canales. Así, se puede encontrar en las páginas web y redes sociales de las organizaciones participantes, aunque también se ha difundido por múltiples vías. "La intención es que lleguen al mayor número de personas que puedan necesitar estas traducciones. Por eso, no nos hemos limitado a publicarlas, sino que hemos hecho envíos masivos por email y Whatsapp. También las hemos hecho llegar a consulados, sedes sindicales, otras asociaciones, parroquias y enfermeros", comenta Iliescu, a la que le consta que los consistorios de localidades de la provincia con altos números de residentes extranjeros, también las han difundido.

Una información que, según la profesora de la UA, está aportando seguridad a la población migrante. Así lo admite un miembro de la comunidad rumana de Castellón que comenta que las traducciones les son muy útiles a sus suegros, de avanzada edad y con un escaso dominio del castellano, a los que la pandemia pilló de visita en España. También se han servido de ellas, el colectivo de trabajadoras del hogar georgianas de Alicante, por lo general, con dificultades lingüísticas.

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Barreras idiomáticas que facilitan la desinformación y el contagio de las personas. Entre los casos que relata Iliescu, habla de una mujer búlgara, en estado grave por COVID-19, que necesitó de la ayuda de una intérprete que conocía la docente para poder comunicarse con los médicos.

Llamadas que salvan vidas, pero con las que también se combate un problema de salud pública. Una situación que, a su vez, según Nines Cejudo, puede desembocar en casos de xenofobia: "El no recibir una buena atención sanitaria es un peligro para ellos y un foco de infección para los demás. Y esto hace que el ojo de algunas personas se gire hacia la población migrante. Si los casos de contagio afloran más en ellos, simplemente por un problema lingüístico, se les señala y les estigmatiza todavía más. Y esto es racismo".

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