Según datos del ministerio de Salud, desde el inicio de la emergencia sanitaria, a mediados de marzo, se han adquirido 10.800 ventiladores, que están siendo distribuidos por los estados del país en función de las necesidades. Así, el pasado fin de semana, los estados de Ceará (noreste) y Amazonas (norte) recibieron 15 ventiladores cada uno, mientras que Pernambuco recibió diez.
Por ello, un grupo de alrededor de 20 estudiantes y profesores de la Escuela Politécnica de la Universidad de San Pablo (USP), liderados por el profesor Raul González Lima, tomaron tres laboratorios y se pusieron manos a la obra para fabricar un prototipo que pudiera ser usado lo antes posible.
"Estamos trabajando mucho, hasta de madrugada, pero es extremadamente gratificante ver que consigues hacer algo que puede salvar una vida", cuenta a Sputnik el estudiante de posgrado en ingeniería electrónica, Augusto Machado.
Para asegurarse de que los respiradores serían homologados se siguieron las directrices de la estatal Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), y tras varios intentos se logró un prototipo que puede fabricarse en menos de una hora y que tiene un coste aproximado de 1.000 reales (190 dólares), muy por debajo del precio de mercado.
Machado, quien se encarga de que funcionen correctamente las placas que controlan que entre el aire necesario y con la presión adecuada, explica que este modelo de respirador tendrá una vida corta, ya que solo podrá ser usado de forma provisional para esta emergencia.
"Es una situación excepcional", asume.
Dejando la piel
En cuanto las autoridades sanitarias den luz verde, la USP podrá producir alrededor de 5.000 unidades, gracias a que sus laboratorios tienen una línea de producción interna propia, y a las donaciones de componentes electrónicos que hicieron hace semanas empresas y mecenas privados.
Según los datos más actualizados, difundidos por el ministerio el 20 de abril, Brasil cuenta con 40.581 casos confirmados de COVID-19, y ya suma más de 2.500 personas fallecidas.
En los estados de Amazonas (norte), Ceará (noreste), Sao Paulo (sureste) y Río de Janeiro (sureste) la mayoría de hospitales públicos ya están al borde de su capacidad y apenas quedan camas en las unidades de cuidados intensivos.