Se considera el mayor milagro anual en varias iglesias tradicionales ortodoxas. Miles de fieles acuden a presenciar la ceremonia de la obtención, rezan y encienden antorchas y velas que, a su vez, hacen que milagrosamente se prendan las llamas del Santo Sepulcro.
El Sábado Santo, justo al mediodía, los patriarcas de las Iglesias griega, armenia y copta, las más antiguas de la tradición ortodoxa, desfilan en una procesión solemne alrededor del Santo Sepulcro cantando himnos. Una vez acabada la procesión, el patriarca de Jerusalén —cuya Iglesia se considera la madre de toda la cristiandad— entra solo en el Santo Sepulcro y es el único que presencia el acto del milagro en persona.
Después de tener las velas encendidas el patriarca de Jerusalén sale del Santo Sepulcro y comparte la Luz Sagrada con los representantes de las otras Iglesias ortodoxas y todos los presentes. La llama es trasladada a comunidades ortodoxas en Grecia, Rusia, Ucrania, Serbia, Bulgaria, Georgia, Rumania y otros países de confesión cristiana ortodoxa.